Levantarse una mañana, correr las cortinas y encontrarse una gran nevada es algo normal en Clausthal; pero si mañana es 1 de mayo entonces es una putada. En mañanas como ésta tras meses de frío y nieve te preguntas si realmente veremos el sol algún día, si el verano pasará de largo por Clausthal, si, si, si; todo son dudas así que me vuelvo para la cama, quizás todo sea un mal sueño.
Levantarse una mañana, correr las cortinas y no encontrarse nieve, es cojonudo, incluso veo unos rayitos de sol, quién ha dicho que segundos despertares no son buenos. Hoy es un día especial, hoy hay algo que hacer en Clausthal, hoy se rompe la monotonía, hoy nos vamos todos de excursión; hoy es el aquelarre de las brujas.
Después de comer toda la maquinaria se pone en marcha, mucha gente y pocos coches; un problema. Poner de acuerdo a 15 personas es fácil, incluso a 20 o 30; aunque al final siempre pasa lo mismo, alguien que se retrasa, otro que se apunta a última hora, incluso el que 5 minutos antes aún no se ha decidido. Superados todos los problemas ya estamos en camino, vamos en coche con María, destino la montaña del águila. Se trata de una colina de piedra de unos 80 metros coronada por una enorme escultura de un águila, abajo en una pequeña esplanada los puestos de comida y cerveza (eso nunca puede faltar).
El sitio mola, hay ambiente de fiesta, bastante gente y estamos casi todos; pero que frío hace. Con los dedos congelados sujeto la botella de kalimotxo y empiezo a beber, no se pueden pasar bebidas al recinto. Ya estamos dentro, unos colándose y otros mas pardillos pagando 5€ por una pulserita conmemorativa. Aparte de la cerveza y la música alemana, hacen una obrilla de teatro en medio de a montaña y según me cuenta Juan los españoles son los malos que queman a las brujas. Parece que la obra no está siendo muy interesante porque buena parte de la tropa se ha ido a una fiesta en Clausthal, sólo algunos vemos como salvan a las brujas y la apoteósis de los fuegos artificiales. La gente está aplaudiendo un montón, como se nota que son familia, tampoco ha sido para tanto.
Ya no hace tanto frío, gran paradoja que el frío pase con frío, formato cerveza, kalimotxo o algún cubatilla. Abandonamos el monte del águila, que ahora en medio de la oscuridad si que acojona un poco, y vamos hasta Bad Grund. Menuda sorpresa aquí hay un ambiente increíble, calles cortadas, música, litros de cerveza y mucha gente. Hay un montón de brujas por todas partes, con sus gorros, sus escobas y sus caras de bruja; aunque muy simpáticas. Hay días en los que vas de decepción en decepción, pero otros de sorpresa en sorpresa; y hoy es un día Isabel Gemio, porque ahora mismo delante nuestra están tocando los kiss. Lo sé, no son los auténticos, pero nos lo estamos pasando de miedo; tocan todos los clásicos, hasta escupen sangre; joder muy profesional. Si midieran 10 cm más me quedaría la duda si podrían ser los auténticos.
El concierto se ha acabado y sin darnos cuenta todo el mundo ha desaparecido, el frío es definitivamente historia y ha llegado la hora de regresar a Clausthal. Todavía nos queda la típica fiesta de Verbindung clausthaliana.
Son las 6 de la mañana y volvemos para casa, me acuerdo de los sabrosos bocatas de la panadería de Hernán Cortés, mientras procuro no volver a olvidar - sin un duro en mis bolsillos - que el Pfand no es una bebida exótica alemana. Menuda noche más loca.
11 jul 2006
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