De nuevo de visita por Hamburgo, la capital alemana del juego, la fiesta sin control y el sexo de pago; el mismo Hamburgo, distinta compañía. Esta vez no hay hostel sino Casa Vero, un pisito acogedor donde Raúl, Llorenç, Robert, Henry, Vero -la señora de casa- y yo nos disponemos a disfrutar de un gran fin de semana. Por delante un festival de música el sábado y ganas de comer pescado.
Recién llegados el viernes una buena ración de empanadillas antes de salir a dar una vuelta, el mejor truco para hacer una comida sabrosa es tardar mucho, mucho tiempo; con mucha hambre todo sabe a gloria.
Encontrar un buen garito no es fácil y cuando no conoces imposible, por eso la fugaz compañía de Susana -amiga cool de Henry- nos lleva diréctamente al Golden Algo; Palace o Gate, el típico sitio que no encuentras sino te llevan. Una casa semiokupa con jardín, bebida a un precio razonable, una zona de baile acogedora -la puedes llamar pequeña- y bastante gente. A pesar del cansancio aguantamos un rato más de fiesta, permitiendo a Llorenç desarrollar su aficción por la escultura. Está amaneciendo y aunque queda algún que otro canto, las mayores piedras se han acabado y poco le queda al bueno de Llorenç por picar, de vuelta a casa.
Lo mejor de Hamburgo es sin duda su dinamismo nocturno y el pescado, si ya lo has visto una vez puedes dedicar la mañana a descansar hasta que llegue la hora de comer y después de la comida unas cervezas, calentando motores para el Nokia Trends. [VER NOKIA TRENDS POST]
Son las cinco de la mañana, cansados y sin pasta vamos al famoso mercado de pescado en Altona. A las cinco y media de la mañana comienzan a abrir los primeros tenderetes, se puede encontrar ropa, suvenirs y sobre todo pescado; puede que no estén al nivel de nuestro maravilloso pescado gallego pero se me hace la boca agua con los calamares, la merluza, los chipirones y el marisco. Es una lástima que en los puestos de comida se queden en la fritanga de siempre, por dios que alguién les diga a estos alemanes que hay formas de cocinar más allá de empanar y freír. Tras dos horas de paseo y una pequeña visita a la lonja, a partir de las siete hay música en directo; cogemos el barco, mañana comeremos un último pescadito antes de volver a casa.
Hamburgo me deja sensaciones extrañas, ciudad cosmopolita donde los ambientes conviven sin mezclarse. Puedes disfrutar de la fiesta non stop de la Reeperbahn, de la opulencia de las mansiones y los hoteles de lujo, de la tradición de los pescadores y el mercado, de la industria del sexo con factura o encontrar los principales medios de comunicación e industria musical alemana; todo en uno. Quizás la próxima vez me toque el lujo y el dinero, quién sabe.
6 nov 2006
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2 comentarios:
Marikita, soy Manu, está claro que si no tienen bocadillos de calamares la noche no es redonda para ti, sigue disfrutando cabroncete y como diría mi madre, "come!! que te estás quedando en los huesos". Sigue contándonos de vez en cuando tus viajes pero mete mas sexo.jeje. Un abrazo.
Passa Neng!!
Estas hecho todo un blogger! A ver si este finde le echo un vistazo con calma. Por cierto, si ese "Manu" se sigue metiendo contigo, sólo tienes que avisar a tu primo de Bilbao. Si es el Manuel que ambos conocemos, con que avises a mi ahijada, suficiente.
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