Son las ocho de la mañana y mientras doy buena cuenta de un nuevo desayuno continental, hacemos equipo y discutimos a donde iremos hoy, es la hora de los caprichos. En cualquier viaje los primeros días se hacen las visitas a las atracciones top ten, después comienzas a escudriñar las guías en busca de algo más aunque a mucho menor ritmo con más calma, dejando a un lado la imagen de turista y metiéndose poco a poco en el ritmode la ciudad. Pero no siempre es así, basta que después del desayuno pierdas a tus padres y la imagen de tus padres solos en Londres con un conocimiento escaso de inglés es desoladora. Así que comenzamos una carrera sin meta fija a la búsqueda de papá y mamá, Misión Imposible IV.
Dónde iría yo si fuese mis padres?, la Catedral de St Paul. Tras un cuarto de hora y un par de cambios de metro llegamos a la catedral, al menos en teoría porque está un poco escondida, lo que tiene su mérito considerando el tamaño que tiene. Nos damos una vuelta por la catedral pero no encontramos nuestro objetivo. Mientras nos tomamos un café pensamos en el siguiente objetivo, debe ser una visita cultural y con historia, algo distinto. La Torre de Londres, conjunto histórico que es Patrimonio de la Humanidad, con mucha historia a sus espaldas e incluso con leyendas y chismes suficientes para unos cuantos salsa rosa.
Llama la atención la Torre de Londres, primero desconocía su existencia y además tiene un aire antiguo pero no muy majestuoso, de andar por casa. Quizás algún día me deje la pasta que vale la entrada, pero hoy no, ya hay suficientes curiosos no hacen falta dos más. Decidimos abandonar la búsqueda, sabemos donde viven así que será sólo cuestión de tiempo encontrarnos. Dando un paseo por el Southwark llegamos hasta la Tate Modern, una interesante y enriquecedora experiencia; realmente uno de los museos de arte contemporáneo más interesante que he visto, quizás porque descubrí a Juan Muñoz, quizás porque no te abruman y te van dando lo que necesitas ver poco a poco sin llegar a pensar que te estan tomando el pelo; no lo sé. Salimos de la Tate cruzamos el Millenium Bridge y nos vamos a comer al Covent Garden.
Sentados en la plaza y mientras vemos a una preciosa mimo, decidimos irnos de compras; y tal como esta Londres y sin padres que paguen la única opción es irse a las tiendas de segunda mano de Notting Hill, un montón de tiendas con un montón de ropa, zapatos y accesorios; y lo mejor de todo a un precio más que razonable. Eso si hay que ir bien cargado de paciencia para buscar y rebuscar hasta encontrar algo que te interese y esperar que sea tu talla.
De vuelta a casa por fin nos reagrupamos, intercambiamos nuestras experiencias y conclusión: Londres es muy grande, no se puede estar más cerca todo el día y no cruzarse una sola vez. Para la última cena hay que probar un Fish & Chips, fritanga totalmente prescindible. Antes de regresar y hacer las maletas, un último paseíto nocturno sintiendo la tranquilidad de la noche, mirando hacia atrás y haciendo un resumen de tres días tan intensos en Londres. La verdad no será nunca mi destino de vacaciones favarito pero vivir aquí debe ser una auténtica pasada.
22 sept 2006
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1 comentario:
menudo chupa-cámara,de la mimo no hay foto o que?
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