Cuando alguién piensa en un país escandinavo, lo primero que se le viene a la cabeza son los grandes tópicos: frío, vikingos, tías rubias impresionantes, salmón ahumado... y aunque a veces los tópicos son leyendas alejadas de la realidad, esta vez algunos se cumplieron. El salmón estaba muy bueno y las tías también, de los vikingos ni rastro.
Tras un buen madrugón, 532 km. y un viajecito en ferry llegamos a Copenague. Siete aventureros con sus mochilas en un volkswagen de siete plazas y sin maletero, el síndrome de la clase turista estaba al acecho. En esas circustancias subir al ferry que une Alemania con Dinamarca fue una liberación, estirar las piernas un poco, volver a ver el mar y unos rayitos de sol en cubierta; perfecto para cargar un poco las pilas y recorrer los 140 km. finales. Dinamarca nos recibió con sol y viento, grandes llanuras verdes sembradas de molinos y extraño límite de velocidad de 110km/h.
La entrada a las grandes ciudades suele ser un poco caótica, más aún cuando es la primera vez; sabes a donde quieres ir, no sabes donde estás y en el último momento no aparece la S2 que indica la vía michelín. Solución, siempre la misma, conseguir un mapa y preguntar dónde estamos y dónde queda el hostel. Una de las primeras incógnitas que se resuelven en un viaje es cómo está el hostel, pasar tres noches donde no estás cómodo puede resultar un incordio.
Los dormitorios - habitaciones con muchas camas - son una buena opción para dormir por no mucho dinero en el centro de las ciudades, pero casí siempre has de compartirlo con alguién y aunque normalmente son personas con tus mismas inquietudes a veces puede saltar la sorpresa. Sorpresa que llamaremos Cholo y que puede ser francés, por ejemplo, y que no está de visita sino que vive en el dormitorio. Y aunque parezca increíble con nosotros vivió durante tres días un personaje así, un poco peculiar, distinto, pero una buena persona.
Después de dejar las cosas en la habitación número 13 del piso 14 del hostel, comer algo, preguntarnos de quién serían las cosas de la octava cama que había; nos fuimos a estirar las piernas por la ciudad. El hostel estaba situado en el centro de la ciudad, junto al Tivoli, y a unos 500 metros del ayuntamiento. No volvimos a coger el coche hasta el lunes.
La primera sensación de Copenhagen es acogedora, hay muy pocos coches y muchísima gente en bicicleta. En ningún momento sientes que estás en una ciudad de un millón de personas, sin atascos, ni pitidos, aire limpio, edificios pequeños a la vanguardia de la arquitectura contemporánea, sin malas caras y con grandes sonrisas. Copenhagen enamora a primera vista.
Para el recién llegado lo mejor es acercarse hasta la plaza del ayuntamiento, estarás en el centro de la ciudad y muchas calles peatonales suelen confluir en él y normalmente suelen ser monumentos en si mismos. Tras una sesión de fotos en la plaza, empezamos a caminar por la típica calle peatonal, bulliciosa y llena de tiendas, todas cerradas que era festivo; pero que os voy a contar todas las ciudades del mundo tienen al menos una calle así. No duro mucho nuestro primer paseo, el cansancio, el viento y la rasca que hacía nos agotaron demasiado pronto, aunque conseguimos llegar hasta el mar. Pero teníamos ya muy claro que habíamos acertado con la ciudad. Grandes cosas nos estaban esperando, incluyendo un francés. El octavo elemento que me permitió por primera y última vez subirme a una bici en Copenhagen ese mismo viernes. Sólo un minuto encima de la bici fue suficiente para pasar el resto del fin de semana suspirando por ella.
19 abr 2006
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
He de suponer que este es el episodio cultural/mira qué bueniños somos todos :)
Una pena no haber podido compartir ese viaje con vosotros, espero obtener una recompensa final a todos mis esfuerzos como "enclausthrada"...
Mientras tanto, resingnarse a vivir Europa a través de ojos ajenos y de reseñas como éstas.
Seguro que en aquél mismo momento, en algún lugar remoto, algún niño también suspiraba...
tengo una duda...cuanto os costo pasar el coche a copenhaguen..es q kiero ir desde msterdam que es donde vivo ahora
Publicar un comentario