En los últimos años el post-rock ha sido enterrado un montón de veces, tantas como se ha intentado resucitar a base de nuevas etiquetas. Hay grupos que trascenderán bien por ser precursores como Slint, o por darle una vuelta de tuerca más, Godspeed You Black Emperor!. Pero todos se esfuerzan por conseguir un sonido propio y continuar sacando discos sin llegar a resultar más de lo mismo.
Me acerque hasta el concierto de los 65daysofstatic un tanto escéptico ante lo que me esperaba. Los teloneros, que sólo vi a medias, me hicieron pasar del escépticismo al "joder donde me he metido".
Pero cuando los 65dos empezaron a tocar todo cambio. Lo dieron todo desde el primer acorde, tanta intensida que en hora y media de concierto no hubo un respiro para tomar una birra. Pero los 65 son mucho más que intesidad, apoyados en un batería realmente bueno y con el resto de la banda en un nivel bastante alto, fueron presentado los temas de su último álbum The Destruction of Small Ideas junto a algunos de anteriores trabajos, temas que ahora ya son un todo un clásico en mi biblioteca. En total no más de 15 temas para uno de las sorpresas del año. Y para no perder las buenas costumbres al acabar el concierto les cayó una buena tundada y encantados que estaban con todas las cosas buenas que les deciamos, o al menos no se quejaron mucho, para los 65daysofstatic un 7.
Molotow Club
El Molotow es un club pequeño, el aforo no alcanza ni las cien personas, pero lleno de historia. Antes de entrar uno se queda perplejo leyendo la lista de bandas que han pasado por la sala, lista que aumenta mes a mes con una programación de muchos quilates. Cualquier concierto en el Molotow se escribe con letras de oro en la agenda, lo más parecido a un concierto en el salón de casa, ambiente, cercanía y sonido garantizados. Abstenerse bandas mediocres.
2 jun 2007
Hamburg, del ascenso del St. Pauli a la manifestación contra el G-8
Una vez más y no se cuantas van, cargando las pilas un fin de semana en Hamburgo. Un par de conciertos como excusa para hacer una escapadita y volver a sentir lo que significa vivir en una ciudad.
Así andabamos hasta que la tarde del viernes nos ofreció un par de grandes y a la vez únicos momentos. La primera, el St. Pauli, equipo de fútbol de Hamburgo, se jugaba su ascenso a segunda; una pantalla gigante y miles de personas fue lo que dejamos atrás cuando entramos al concierto de Wilco.
Bastó un segundo a la salida del concierto para confirmar el ascenso del equipo, la animosa comunidad de St. Pauli estaba especialmente exultante y en una cantidad tal que hacía dificil abrirse hueco por la calle. La comunión entre punkies, fans y putas era idílica; el ascenso del St. Pauli había sido la catarsis. El St. Pauli representa todos aquellos valores del comunismo, tanto los buenos como los malos, al menos esa es la excusa que ponen cuando acusan al equipo rival de ser neonazis y poder montarla a gusto. Sigo sin entender a aquellos que son incapaces de disfrutar del éxito sin tocarle los huevos a los que lloran su fracaso.
Aunque hay veces que los portadores del fracaso son un poco subversivos y cuando pensabamos que habíamos dejado atrás St. Pauli y la Reeperbahn con su mar de embriaguez; nos encontramos dentro del metro con un antidisturbio en cada puerta protegiéndonos de los neonazis, que ya no me daban tanta pena como antes sino mas bien acojonaban un poco.
Llegados a la parada de Sternschance nos encontramos con la última gran sorpresa, nos separan unos 200 metros de calle hasta el hostel, pero son los 200 metros más belicosos que he visto nunca. Furgones blindados, tanquetas y unos 500 antidisturbios ocupan los primeros 50 metros; los últimos 20 un grupo antiglobaliación, en medio 130 metros de la soledad que precede a la batalla. A los lados la multitud expectante, ávida de sangre y claramente posicionada con el más débil, pero con cautela no vaya a ser que en el reparto de hostias fuese a caer una.
Diez minutos después reina la decepción, todo había ocurrido muy rápido, a la voz de "os avisamos de que entraremos sin avisar" siguió un pequeño grito y los antidisturbios empezaron la marcha, despacio, muy despacio; un siguiente grito les hizo aumentar el ritmo, todos ordenados como una legión romana. La muchedumbre silbaba levemente, hasta que de pronte un destello de luz y la legión corrió hacia el objetivo; lástima que sólo quedasen unos 20 metros. Los pitos se volvieron más ruidosos, saber que las hostias no se extenderían hacia el público dio la tranquilidad a los asistentes para pasar de los pitos a los gritos anti-policía y pro anti-sistema. Lo cierto es que entre el humo las luces y sobre todo la altura de los maderos no se veía nada, pero lo que estaba claro es que no se había repartido ni una sola hostia. Menos mal que al final el típico punky pocas luces que llevaba pidiendo que lo hostiaran desde el principio nos dio el placer de ver como le caían un par de cates, muy cariñosos eso si.
Emociones "fuertes" para escapar de la tranquila rutina de Clausthal.
Así andabamos hasta que la tarde del viernes nos ofreció un par de grandes y a la vez únicos momentos. La primera, el St. Pauli, equipo de fútbol de Hamburgo, se jugaba su ascenso a segunda; una pantalla gigante y miles de personas fue lo que dejamos atrás cuando entramos al concierto de Wilco.
Bastó un segundo a la salida del concierto para confirmar el ascenso del equipo, la animosa comunidad de St. Pauli estaba especialmente exultante y en una cantidad tal que hacía dificil abrirse hueco por la calle. La comunión entre punkies, fans y putas era idílica; el ascenso del St. Pauli había sido la catarsis. El St. Pauli representa todos aquellos valores del comunismo, tanto los buenos como los malos, al menos esa es la excusa que ponen cuando acusan al equipo rival de ser neonazis y poder montarla a gusto. Sigo sin entender a aquellos que son incapaces de disfrutar del éxito sin tocarle los huevos a los que lloran su fracaso.
Aunque hay veces que los portadores del fracaso son un poco subversivos y cuando pensabamos que habíamos dejado atrás St. Pauli y la Reeperbahn con su mar de embriaguez; nos encontramos dentro del metro con un antidisturbio en cada puerta protegiéndonos de los neonazis, que ya no me daban tanta pena como antes sino mas bien acojonaban un poco.
Llegados a la parada de Sternschance nos encontramos con la última gran sorpresa, nos separan unos 200 metros de calle hasta el hostel, pero son los 200 metros más belicosos que he visto nunca. Furgones blindados, tanquetas y unos 500 antidisturbios ocupan los primeros 50 metros; los últimos 20 un grupo antiglobaliación, en medio 130 metros de la soledad que precede a la batalla. A los lados la multitud expectante, ávida de sangre y claramente posicionada con el más débil, pero con cautela no vaya a ser que en el reparto de hostias fuese a caer una.
Diez minutos después reina la decepción, todo había ocurrido muy rápido, a la voz de "os avisamos de que entraremos sin avisar" siguió un pequeño grito y los antidisturbios empezaron la marcha, despacio, muy despacio; un siguiente grito les hizo aumentar el ritmo, todos ordenados como una legión romana. La muchedumbre silbaba levemente, hasta que de pronte un destello de luz y la legión corrió hacia el objetivo; lástima que sólo quedasen unos 20 metros. Los pitos se volvieron más ruidosos, saber que las hostias no se extenderían hacia el público dio la tranquilidad a los asistentes para pasar de los pitos a los gritos anti-policía y pro anti-sistema. Lo cierto es que entre el humo las luces y sobre todo la altura de los maderos no se veía nada, pero lo que estaba claro es que no se había repartido ni una sola hostia. Menos mal que al final el típico punky pocas luces que llevaba pidiendo que lo hostiaran desde el principio nos dio el placer de ver como le caían un par de cates, muy cariñosos eso si.
Emociones "fuertes" para escapar de la tranquila rutina de Clausthal.
Concert: Los Planetas at Capitol in Santiago de Compostela
La devoción que durante años tuve hacia Los Planetas había casi desaparecido, a medida que los últimos álbumes eran cada vez más mediocre y que por uno u otro motivo
hacia casi cinco años que no los veía en directo. Pero hoy las espadas están en todo lo alto porque esta noche Los Planetas tocan en Santiago y veremos si la Leyenda del Espacio - su último álbum - responde en directo todo lo alto que apunta.
Tras aguantar al pesado del telonero, que aún encima tiene aires de grandeza; las luces de la sala se apagan, los focos pintan el escenario de rojo, en la pantalla se proyectan unas imagenes de un tablao con sillas vacías y aparecen las estrellas de la noche: Miguel, Banin, Eric, Florent y Jota... y primera sorpresa, no hay retraso, increíble, atrás queda ya el record de casi 2 horas de retraso en el Playa club.
Sin dar tiempo a nada, empieza a sonar El Canto del Bute, con un sonido contundente y realmente cojonudo, que me pone la piel de gallina. Uno tras otro se suceden los temas del último álbum con Banin apoyando a la guitarra; suenan como nunca y me doy cuenta que el nuevo álbum es un discazo y han sabido llevarlo al máximo en directo. El nuevo álbum está todavía demasiado fresco como para que la sala se entregue, aunque Reunión en la Cumbre y Alegrías del Incendio (los temas más accesibles y planetarios del álbum) van calentando el ambiente justo para empezar con la revisión de los clásicos.
Banin coge los teclados y comienza el viaje al pasado, tocan grandes clásicos y tantos como los olvidados, algo normal a estas alturas de carrera y con tantas grandes canciones a sus espaldas, auténticos himnos generacionales. Quizás el único pero sea cerrar el concierto con Tiene que Haber un Camino, que Enrique morente encumbra en álbum y a la que Jota le da un punto, aunque lejos de un cierre con La Caja Del Diablo o La Copa De Europa.
Porque han conseguido que la devoción haya vuelto y me sienta como un teenager otra vez, porque La Leyenda Del Espacio es un discazo y han sabido llevarlo al directo, porque Eric es un crack a la batería, porque fue un conciertazo, para Los Planetas un 8.
SETLIST: El canto del bute - Si estaba Loco Por ti - Ya no me asomo a la reja - Si me diste la espalda- Entre las flores del campo - La verdulera - Lo que vive en la carrera - Reunión en la cumbre - Alegrías del incendio - Corrientes circulares en el tiempo - Nunca me entero de nada - Que no sea Kang - Deberes y privilegios - David Y Claudia - Un buen día - Montañas de basura - Maniobras de evasión - Segundo premio - Santos que yo te pinté - Devuélveme la pasta - Canción del fin del mundo - De viaje ---bis 1--- Prueba esto - Deseando una cosa ---bis 2--- Pesadilla en el parque de atracciones - Tiene que haber un camino
Sala Capitol
Da gusto ver como por una vez uno de esos antiguos cines que alimentaron nuestra infancia, mucho antes de los multicines, no se ha convertido en un Zara o derivados, ni en la típica cafetería-restaurante de postureo; nada de eso. En este antiguo cine han hecho una sala de conciertos realmente cojonuda, con todo los necesario para disfrutar de verdad de un concierto. Ahora sólo falta que los grandes grupos se dejen caer por esta gran sala.
hacia casi cinco años que no los veía en directo. Pero hoy las espadas están en todo lo alto porque esta noche Los Planetas tocan en Santiago y veremos si la Leyenda del Espacio - su último álbum - responde en directo todo lo alto que apunta.
Tras aguantar al pesado del telonero, que aún encima tiene aires de grandeza; las luces de la sala se apagan, los focos pintan el escenario de rojo, en la pantalla se proyectan unas imagenes de un tablao con sillas vacías y aparecen las estrellas de la noche: Miguel, Banin, Eric, Florent y Jota... y primera sorpresa, no hay retraso, increíble, atrás queda ya el record de casi 2 horas de retraso en el Playa club.
Sin dar tiempo a nada, empieza a sonar El Canto del Bute, con un sonido contundente y realmente cojonudo, que me pone la piel de gallina. Uno tras otro se suceden los temas del último álbum con Banin apoyando a la guitarra; suenan como nunca y me doy cuenta que el nuevo álbum es un discazo y han sabido llevarlo al máximo en directo. El nuevo álbum está todavía demasiado fresco como para que la sala se entregue, aunque Reunión en la Cumbre y Alegrías del Incendio (los temas más accesibles y planetarios del álbum) van calentando el ambiente justo para empezar con la revisión de los clásicos.
Banin coge los teclados y comienza el viaje al pasado, tocan grandes clásicos y tantos como los olvidados, algo normal a estas alturas de carrera y con tantas grandes canciones a sus espaldas, auténticos himnos generacionales. Quizás el único pero sea cerrar el concierto con Tiene que Haber un Camino, que Enrique morente encumbra en álbum y a la que Jota le da un punto, aunque lejos de un cierre con La Caja Del Diablo o La Copa De Europa.
Porque han conseguido que la devoción haya vuelto y me sienta como un teenager otra vez, porque La Leyenda Del Espacio es un discazo y han sabido llevarlo al directo, porque Eric es un crack a la batería, porque fue un conciertazo, para Los Planetas un 8.
SETLIST: El canto del bute - Si estaba Loco Por ti - Ya no me asomo a la reja - Si me diste la espalda- Entre las flores del campo - La verdulera - Lo que vive en la carrera - Reunión en la cumbre - Alegrías del incendio - Corrientes circulares en el tiempo - Nunca me entero de nada - Que no sea Kang - Deberes y privilegios - David Y Claudia - Un buen día - Montañas de basura - Maniobras de evasión - Segundo premio - Santos que yo te pinté - Devuélveme la pasta - Canción del fin del mundo - De viaje ---bis 1--- Prueba esto - Deseando una cosa ---bis 2--- Pesadilla en el parque de atracciones - Tiene que haber un camino
Sala Capitol
Da gusto ver como por una vez uno de esos antiguos cines que alimentaron nuestra infancia, mucho antes de los multicines, no se ha convertido en un Zara o derivados, ni en la típica cafetería-restaurante de postureo; nada de eso. En este antiguo cine han hecho una sala de conciertos realmente cojonuda, con todo los necesario para disfrutar de verdad de un concierto. Ahora sólo falta que los grandes grupos se dejen caer por esta gran sala.
30 may 2007
Carnavales en Cologne
Cuantas veces hemos oído: "...uno de los mejores carnavales del mundo...". Está claro que el de Xinzo lo es, pero que pasa con el de Colonia.
En Colonia todo está predispuesto para que se monte un fiestón; una de las ciudades con más marcha de Alemania (la propia Colonia), el amor por la cerveza (todos los alemanes), días festivos (resaca en cama no en el trabajo) y El Carnaval. Todo esto hace que se monte una fiesta monumental durante cinco días y prácticamente non stop.
Como todo carnaval que se precie no faltan disfraces, música y alcohol; las proporciones a voluntad del usuario. De la música se encargan los típicos pasacalles, encuentra uno y sigue la fiesta al ritmo de la percusión. Así entre Kalimotxo, cerveza, música y mucha diversión, pierdes la noción del tiempo, lo más parecido a un reloj sería contar las veces que has pasado por delante de la catedral. Cae la noche y el carnaval se enciende con más fuerza. Es el momento de entrar en algún garito y en Colonia la oferta es inabarcable, aunque no muy variada, al menos durante el carnaval.
La primera opción se encuntra a menos de 200 metros de la catedral y es el Früh - Kölsch, al parecer todo un clásico en Colonia. El nombre nos va avisando que la Kölsch- cerveza típica de Colonia - corre por todas las esquinas. Los camareros no paran de servir vasitos de 0.2 litros de birra, como un chupito comparada con la jarra de litro de la Oktoberfest. Deberían hacer un control de alcoholemia a la entrada para evitar pérdidas posteriores.
El Früh es un garito grande, extrañamente grande, está formado por muchas mini salas comunicadas por distintos pasadizos que se cruzan, suben, bajan e incluso algunos no tienen salida. Una vez dentro, el truco está en situar el baño y depués coger siempre el pasadizo de la derecha para encontrar la salida.
Cuando se agota la fiesta en el Früh, una enorme calle flanqueada por bares, pubs y discotecas a ambos lados está esperando, la Kyffhäuserstr. Más alejada del centro, un par de paradas de tranvía, el ambiente nos puede resultar bastante familiar. La calle y los garitos siguen la teoría de los vasos comunicantes, si llueve todos para adentro y sino pues fiestón en la calle. Pero al igual que en el Früh la música es monotemática; los grandes exitos de la música alemana de todos los tiempos, y donde los clásicos alemanes no llegan lo hacen versiones en alemán de los clásicos extranjeros; incluida nuestra Macarena. A pesar de la música el ambiente festivo te envuelve como una ola que no te suelta pero tampoco te llega a romper.
Mención aparte merece el desfile de carnaval, montones de carrozas atraviesan la ciudad durante más de tres horas. Toda la ciudad está en el desfile, unos participan y otros miran. Pero lo realmente grande es que hasta los que mirones son activos, porque durante las más de tres horas que dura el desfile no paran de tirar cosas desde las carrozas, pero no como en España unos caramelitos y listo; golosinas unas pocas pero toneladas de chocolate, blanco, negro, con leche, trufas, galletas, crunch... La dinámica es fácil, coges un buen sitio, esperas hasta que se acerque una carroza, levantas las manos y gritas Olaf!!!! Olaf!!!! (fonéticamente), tiran el chocolate y entonces hay que sacar lo peor de uno mismo y pelear por cada onza; cada tableta sabe a oro. Eso la primera media hora después te das cuenta que con quedarte quieto algo siempre te va a caer y sólo debes luchar por el material especial y más escaso como las galletas o los crunch.
Una dulce carnaval a 3.000 km del mejor carnaval del mundo, o de Xinzo de Limia.
En Colonia todo está predispuesto para que se monte un fiestón; una de las ciudades con más marcha de Alemania (la propia Colonia), el amor por la cerveza (todos los alemanes), días festivos (resaca en cama no en el trabajo) y El Carnaval. Todo esto hace que se monte una fiesta monumental durante cinco días y prácticamente non stop.
Como todo carnaval que se precie no faltan disfraces, música y alcohol; las proporciones a voluntad del usuario. De la música se encargan los típicos pasacalles, encuentra uno y sigue la fiesta al ritmo de la percusión. Así entre Kalimotxo, cerveza, música y mucha diversión, pierdes la noción del tiempo, lo más parecido a un reloj sería contar las veces que has pasado por delante de la catedral. Cae la noche y el carnaval se enciende con más fuerza. Es el momento de entrar en algún garito y en Colonia la oferta es inabarcable, aunque no muy variada, al menos durante el carnaval.
La primera opción se encuntra a menos de 200 metros de la catedral y es el Früh - Kölsch, al parecer todo un clásico en Colonia. El nombre nos va avisando que la Kölsch- cerveza típica de Colonia - corre por todas las esquinas. Los camareros no paran de servir vasitos de 0.2 litros de birra, como un chupito comparada con la jarra de litro de la Oktoberfest. Deberían hacer un control de alcoholemia a la entrada para evitar pérdidas posteriores.
El Früh es un garito grande, extrañamente grande, está formado por muchas mini salas comunicadas por distintos pasadizos que se cruzan, suben, bajan e incluso algunos no tienen salida. Una vez dentro, el truco está en situar el baño y depués coger siempre el pasadizo de la derecha para encontrar la salida.
Cuando se agota la fiesta en el Früh, una enorme calle flanqueada por bares, pubs y discotecas a ambos lados está esperando, la Kyffhäuserstr. Más alejada del centro, un par de paradas de tranvía, el ambiente nos puede resultar bastante familiar. La calle y los garitos siguen la teoría de los vasos comunicantes, si llueve todos para adentro y sino pues fiestón en la calle. Pero al igual que en el Früh la música es monotemática; los grandes exitos de la música alemana de todos los tiempos, y donde los clásicos alemanes no llegan lo hacen versiones en alemán de los clásicos extranjeros; incluida nuestra Macarena. A pesar de la música el ambiente festivo te envuelve como una ola que no te suelta pero tampoco te llega a romper.
Mención aparte merece el desfile de carnaval, montones de carrozas atraviesan la ciudad durante más de tres horas. Toda la ciudad está en el desfile, unos participan y otros miran. Pero lo realmente grande es que hasta los que mirones son activos, porque durante las más de tres horas que dura el desfile no paran de tirar cosas desde las carrozas, pero no como en España unos caramelitos y listo; golosinas unas pocas pero toneladas de chocolate, blanco, negro, con leche, trufas, galletas, crunch... La dinámica es fácil, coges un buen sitio, esperas hasta que se acerque una carroza, levantas las manos y gritas Olaf!!!! Olaf!!!! (fonéticamente), tiran el chocolate y entonces hay que sacar lo peor de uno mismo y pelear por cada onza; cada tableta sabe a oro. Eso la primera media hora después te das cuenta que con quedarte quieto algo siempre te va a caer y sólo debes luchar por el material especial y más escaso como las galletas o los crunch.
Una dulce carnaval a 3.000 km del mejor carnaval del mundo, o de Xinzo de Limia.
16 abr 2007
Nueva visita a Berlín: cine, música y nieve
Cualquier excusa es buena para acercarse a Berlín, el único problema es elegir una buena. Porque si algo tiene esta ciudad es que día tras día tendría algo interesante que hacer y la mayor parte de ellos tendría incluso que descartar opciones interesantes.
La excusa de este fin de semana es Berlin es visitar el Festival de Cine de Berlín, la Berlinale, y un concierto de los Clap Your Hands Say Yeah. Aunque realmente la única excusa es volver a disfrutar de una ciudad de verdad; la gente, el bullicio, las tiendas, un café, una copa... todos esos pequeños placeres a los que esta sociedad del bienestar nos tiene tan mal acostumbrados.
Lo bueno de no conducir y que te lleven es que puedes permitirte el primer placer: tomar unas cervezas en el coche con Pablín, mientras adelante se vuelven locos intentando encontrar la dirección correcta hacia el hostel. Pero todo placer tiene una contrapartida, puedes encontrarte en un semaforo dándole la tunda a un currante de la Berlinale - Hallo! Wo ist Clint Eastwood ? y 200 metros después tener que hacer una parada de emergencia porque te estás meando. Lo cierto es que te lo pasas como un enano, el problema es que el concierto de los Clap Your Hands Say Yeah ya ha empezado y llegarás tarde en el mejor de los casos. Así que este fin de semana la música se reduce al Fritzclub y a Maria en la Ostbahnhof y al Magnet, ya todo un clásico.
La tarde del sábado estaba marcada con letras de oro, Agelina Jolie cruzaría la alfombra roja para presentar la última película de Robert de Niro, pero la muy impresentable nos dejo tirados después de más de dos horas papando frío a la puerta del teatro. A falta de los morros de la Jolie nos tuvimos que conformar con la presencia de Robert de Niro y Matt Damon, será verdad que el talento se guarda en frascos pequeños porque De Niro es un pequeño gran hombre y Matt no le va muy a la zaga.
Pero si algo ha habido especial en este fin de semana ha sido de disfrutar de una Berlín nevada, el rojo de la Berlinale se fundió con el manto blanco y toda la ciudad parecía distinta. Una ciudad maravillosa que responde a todas las inquietudes y necesidades que puedas tener, sin que tengas que arruinarte para poder satisfacerlas.
La excusa de este fin de semana es Berlin es visitar el Festival de Cine de Berlín, la Berlinale, y un concierto de los Clap Your Hands Say Yeah. Aunque realmente la única excusa es volver a disfrutar de una ciudad de verdad; la gente, el bullicio, las tiendas, un café, una copa... todos esos pequeños placeres a los que esta sociedad del bienestar nos tiene tan mal acostumbrados.
Lo bueno de no conducir y que te lleven es que puedes permitirte el primer placer: tomar unas cervezas en el coche con Pablín, mientras adelante se vuelven locos intentando encontrar la dirección correcta hacia el hostel. Pero todo placer tiene una contrapartida, puedes encontrarte en un semaforo dándole la tunda a un currante de la Berlinale - Hallo! Wo ist Clint Eastwood ? y 200 metros después tener que hacer una parada de emergencia porque te estás meando. Lo cierto es que te lo pasas como un enano, el problema es que el concierto de los Clap Your Hands Say Yeah ya ha empezado y llegarás tarde en el mejor de los casos. Así que este fin de semana la música se reduce al Fritzclub y a Maria en la Ostbahnhof y al Magnet, ya todo un clásico.
La tarde del sábado estaba marcada con letras de oro, Agelina Jolie cruzaría la alfombra roja para presentar la última película de Robert de Niro, pero la muy impresentable nos dejo tirados después de más de dos horas papando frío a la puerta del teatro. A falta de los morros de la Jolie nos tuvimos que conformar con la presencia de Robert de Niro y Matt Damon, será verdad que el talento se guarda en frascos pequeños porque De Niro es un pequeño gran hombre y Matt no le va muy a la zaga.
Pero si algo ha habido especial en este fin de semana ha sido de disfrutar de una Berlín nevada, el rojo de la Berlinale se fundió con el manto blanco y toda la ciudad parecía distinta. Una ciudad maravillosa que responde a todas las inquietudes y necesidades que puedas tener, sin que tengas que arruinarte para poder satisfacerlas.
22 feb 2007
Tallin, tan cerca tan lejos
La hora y media que separa Tallin de Helsinki es como un pequeño salto en el tiempo, parece mentira que el barco siga siendo el mismo después de bajarse en Estonia. El viento, la noche y el frío nos esperan. Arrastramos las maletas por la nieve siguiendo nuestra propia estrella fugaz y cuando levantamos la cabeza estamos delante de una gran muralla, sólo faltan dos soldados franceses defendiendo la torre y ya seríamos parte de los caballeros de la mesa cuadrada.
Dentro del casco antiguo, los muros nos refugian del viento, incluso parece que no hace tanto frío. Los callejones se suceden sin orden, el empedrado y la nieve dificultan el camino, y los nombres de las calles nos suenan a chino, son las dos de la mañana y estamos cansados y perdidos. La desesperación nunca es una buena compañera de viaje, incluso en los peores momentos, relajarse y pensar un poco ayuda a recuperar el norte, situarse en el mapa y encontrar el hostel.
Recorrer una ciudad nevada una noche de luna llena es siempre una experiencia única. A la tranquilidad de la noche en las ciudades se une el extrade luz que da la luna al reflejarse en la nieve, es un continuo amanecer.
Tallin es una ciudad pequeña y concentra todas sus riquezas en la zona antigua, tras la toma de contacto nocturna tenemos una mañana para conocer todos sus secretos antes de regresar a Berlín. La mañana se convierte en una pequeña gincana cultural, somos los turistas japoneses,
monumento-foto-siguiente, alejados del contacto con los nativos.
En cuatro horas a buen ritmo puede recorrerse toda la cidadela, aunque sin tiempo para asimilarlo, porque tras una iglesia hay una gran plaza, tras la plaza un mirador, tras el mirador un palecete, y entre todos las bellezas autóctonas. Es ahora, eligiendo las fotos, cuando recuerdo la belleza de Tallin y la cantidad cantidad de detalles que por la prisa había pasado por alto.
El autobus al aeropuerto se coge en la nueva Tallin, más allá de la muralla, junto a un enorme centro comercial. Los centros históricos de las ciudades se encontraban junto a las catedrales y la plaza del ayuntamiento. A día de hoy son los centros comerciales los que han tomado el relevo, los encargados de dar respuesta a las inquietudes espirituales de las personas, la nueva doctrina del capitalismo. Doctrina que Tallin abraza con fuerza desde hace algo más de una década. Tonto el último que diría alguno.
Dentro del casco antiguo, los muros nos refugian del viento, incluso parece que no hace tanto frío. Los callejones se suceden sin orden, el empedrado y la nieve dificultan el camino, y los nombres de las calles nos suenan a chino, son las dos de la mañana y estamos cansados y perdidos. La desesperación nunca es una buena compañera de viaje, incluso en los peores momentos, relajarse y pensar un poco ayuda a recuperar el norte, situarse en el mapa y encontrar el hostel.
Recorrer una ciudad nevada una noche de luna llena es siempre una experiencia única. A la tranquilidad de la noche en las ciudades se une el extrade luz que da la luna al reflejarse en la nieve, es un continuo amanecer.
Tallin es una ciudad pequeña y concentra todas sus riquezas en la zona antigua, tras la toma de contacto nocturna tenemos una mañana para conocer todos sus secretos antes de regresar a Berlín. La mañana se convierte en una pequeña gincana cultural, somos los turistas japoneses,
monumento-foto-siguiente, alejados del contacto con los nativos.
En cuatro horas a buen ritmo puede recorrerse toda la cidadela, aunque sin tiempo para asimilarlo, porque tras una iglesia hay una gran plaza, tras la plaza un mirador, tras el mirador un palecete, y entre todos las bellezas autóctonas. Es ahora, eligiendo las fotos, cuando recuerdo la belleza de Tallin y la cantidad cantidad de detalles que por la prisa había pasado por alto.
El autobus al aeropuerto se coge en la nueva Tallin, más allá de la muralla, junto a un enorme centro comercial. Los centros históricos de las ciudades se encontraban junto a las catedrales y la plaza del ayuntamiento. A día de hoy son los centros comerciales los que han tomado el relevo, los encargados de dar respuesta a las inquietudes espirituales de las personas, la nueva doctrina del capitalismo. Doctrina que Tallin abraza con fuerza desde hace algo más de una década. Tonto el último que diría alguno.
31 ene 2007
Helsinki, a night in memoriam -James Brown Rests In Peace
Miécoles noche en Helsinki y como en el resto del Báltico, miercoles es sinónimo de fiesta. Oh!! Sorpresa miercoles noche concierto de James Brown en Helsinki, 50 eurazos de entrada, inviable a estas alturas de viaje para nuestra economía. Tras desechar el concierto buscas alternativas y con la guía Nightlife in Helsinki editada por la ofina de turismo tienes todas las opciones al alcance sólo hay que saber elegir y joder a fe que supimos hacerlo.
Para empezar nos decantamos por un poquito de karaoke, Heavykaraoke. No soy un gran fan de los karaokes pero con esa lista de canciones cualquier melómano se hubiese puesto micrófono en mano. Se estreno Leo con una canción de Korn y yo me vine arriba y pedí Wish you were here de los Pink Floyd. Estaba preparado, no había nervios y me sabía la canción; hasta que el presentador dijo mi nombre, porque no me llegaba sangre al cerebro que sino hubiese salido corriendo, cuando volví en mi ya estaba encima del escenario, la música sonaba y la letra ya estaba en rosa; lo peor que puede pasar en un karaoke: ir a remolque. Esperas el momento de volver a coger el hilo de la canción pero ese pequeño desfase está en tu cabeza y ni el estribillo cantas a tiempo. Pero lo bueno de los karaokes es que acabada la canción todo el mundo recibe un gran aplauso, con eso ya te vienes arriba.
Acabada la músca, vamos a un nuevo club con unos erasmus. El sitio no está mal, en la azotea de un edificio, dos salas, mucha gente, bastante buen ambiente y con un increíble escenario listo para un concierto, y menudo pedazo de concierto; la banda de al completo de James Brown -sin James Brown-, groupies incluídas. Con el buen rollo del concierto, los músicos y todos aquellos que disfruntan con buena música el tiempo vuela. No faltó al finalizar el concierto la tunda de rigor a los músicos, nunca se deben perder las buenas costumbres.
Y para acabar la noche de Helsinki un paseíto por las calles nevadas, con un frío que pela, buscando el hostel y sin mapa. Con la combinación hielo que resbala y nieve que amortigua la caída siempre te aseguras un paseo entretenido.
Para empezar nos decantamos por un poquito de karaoke, Heavykaraoke. No soy un gran fan de los karaokes pero con esa lista de canciones cualquier melómano se hubiese puesto micrófono en mano. Se estreno Leo con una canción de Korn y yo me vine arriba y pedí Wish you were here de los Pink Floyd. Estaba preparado, no había nervios y me sabía la canción; hasta que el presentador dijo mi nombre, porque no me llegaba sangre al cerebro que sino hubiese salido corriendo, cuando volví en mi ya estaba encima del escenario, la música sonaba y la letra ya estaba en rosa; lo peor que puede pasar en un karaoke: ir a remolque. Esperas el momento de volver a coger el hilo de la canción pero ese pequeño desfase está en tu cabeza y ni el estribillo cantas a tiempo. Pero lo bueno de los karaokes es que acabada la canción todo el mundo recibe un gran aplauso, con eso ya te vienes arriba.
Acabada la músca, vamos a un nuevo club con unos erasmus. El sitio no está mal, en la azotea de un edificio, dos salas, mucha gente, bastante buen ambiente y con un increíble escenario listo para un concierto, y menudo pedazo de concierto; la banda de al completo de James Brown -sin James Brown-, groupies incluídas. Con el buen rollo del concierto, los músicos y todos aquellos que disfruntan con buena música el tiempo vuela. No faltó al finalizar el concierto la tunda de rigor a los músicos, nunca se deben perder las buenas costumbres.
Y para acabar la noche de Helsinki un paseíto por las calles nevadas, con un frío que pela, buscando el hostel y sin mapa. Con la combinación hielo que resbala y nieve que amortigua la caída siempre te aseguras un paseo entretenido.
Helsinki, armonía en medio del frío
Existen los flechazos y también el amor que surge con el tiempo, Helsinki es de las segundas; una ciudad que te va enamorando poco a poco y aun cuando estás lejos de ella sigues recordando todos los pequeños detalles que la hacen inolvidable.
No es una ciudad muy grande, unos 600.000 habitantes, pero menos un clima caluroso tiene todo lo que uno necesite para ser feliz; es acogedora aun con frío, llena de luz incluso durante las noches de invierno y los fineses no les importa regalar una sonrisa de vez en cuando, lo que en el norte de Europa no suele ser muy habitual. Helsinki es una ciudad práctica, todo está al servicio de sus gentes para hacer el día a día más cómodo, en unas condiciones climáticas que en algunas ocasiones pueden llegar a ser bastante adversas. Pero en medio de toda esta practicidad Helsinki no sacrifica su belleza, así en cada esquina puedes encontrar algo que llame realmente tu atención.
Helsinki es una ciudad no muy antigua, su centro histórico data de mediados del siglo XIX y fue construido bajo el modelo neoclásico de la ciudad de San Petesburgo, destacan la maravillosa catedral de Uspenski y la catedral de Helsinki situada en la plaza del senado y probablemente el símbolo de la ciudad. Aparte de las dos catedrales, cada una de una confesión, el triángulo espiritual se cierra con la iglesia de Temppeliaukio; construida en un enorme bloque de piedra resulta realmente curiosa y en ella se puede disfrutar de grandes conciertos o de grandes ensayos de conciertos -suena igual y es gratis-.
Desde los juegos olímpico de Helsinki de 1952 otro de los iconos de la ciudad es la torre olímpica, junto al estadio tiene unas vistas increíbles de la ciudad y se sube en ascensor, lo que siempre se agradece. El transporte público, especialmente el tranvía, es rápido, con mucha frecuencia y sobre todo con calefacción central; así que antes de que el frío pueda hacer mella un viajecito en tranvía recupera la vitalidad y te lleva a otra punto interesante, ya sea un museo, un centro comercial, una tienda o una cafetería con un maravilloso chocolate caliente esperando. Cualquier opción es posible ssólo hay que saber elegir la parada.
Otra parada también es el puerto, en él atracan a diario cientos de barcos entre ellos numerosos ferrys que comunican las capitales del Báltico, grandes centros lúdicos flotantes.
Helsinki es una ciudad 10 quizás no tenga el mejor clima pero tiene todo lo demás; espero conocer la cara templada de Helsinki la de verano cuando se pueda pasear sin que el aire te corte la cara, cuando los días son casi eternos y se pueda disfrutar de todo el potencial de la ciudad.
Resulta increíble que en el año más caluroso de la historia nuestro viaje por el Báltico haya coincidido con los días más fríos del año, y aun así parece que hemos disfrutado de días calurosos en el otoño de Helsinki -Cómo será el frío?-.
No es una ciudad muy grande, unos 600.000 habitantes, pero menos un clima caluroso tiene todo lo que uno necesite para ser feliz; es acogedora aun con frío, llena de luz incluso durante las noches de invierno y los fineses no les importa regalar una sonrisa de vez en cuando, lo que en el norte de Europa no suele ser muy habitual. Helsinki es una ciudad práctica, todo está al servicio de sus gentes para hacer el día a día más cómodo, en unas condiciones climáticas que en algunas ocasiones pueden llegar a ser bastante adversas. Pero en medio de toda esta practicidad Helsinki no sacrifica su belleza, así en cada esquina puedes encontrar algo que llame realmente tu atención.
Helsinki es una ciudad no muy antigua, su centro histórico data de mediados del siglo XIX y fue construido bajo el modelo neoclásico de la ciudad de San Petesburgo, destacan la maravillosa catedral de Uspenski y la catedral de Helsinki situada en la plaza del senado y probablemente el símbolo de la ciudad. Aparte de las dos catedrales, cada una de una confesión, el triángulo espiritual se cierra con la iglesia de Temppeliaukio; construida en un enorme bloque de piedra resulta realmente curiosa y en ella se puede disfrutar de grandes conciertos o de grandes ensayos de conciertos -suena igual y es gratis-.
Desde los juegos olímpico de Helsinki de 1952 otro de los iconos de la ciudad es la torre olímpica, junto al estadio tiene unas vistas increíbles de la ciudad y se sube en ascensor, lo que siempre se agradece. El transporte público, especialmente el tranvía, es rápido, con mucha frecuencia y sobre todo con calefacción central; así que antes de que el frío pueda hacer mella un viajecito en tranvía recupera la vitalidad y te lleva a otra punto interesante, ya sea un museo, un centro comercial, una tienda o una cafetería con un maravilloso chocolate caliente esperando. Cualquier opción es posible ssólo hay que saber elegir la parada.
Otra parada también es el puerto, en él atracan a diario cientos de barcos entre ellos numerosos ferrys que comunican las capitales del Báltico, grandes centros lúdicos flotantes.
Helsinki es una ciudad 10 quizás no tenga el mejor clima pero tiene todo lo demás; espero conocer la cara templada de Helsinki la de verano cuando se pueda pasear sin que el aire te corte la cara, cuando los días son casi eternos y se pueda disfrutar de todo el potencial de la ciudad.
Resulta increíble que en el año más caluroso de la historia nuestro viaje por el Báltico haya coincidido con los días más fríos del año, y aun así parece que hemos disfrutado de días calurosos en el otoño de Helsinki -Cómo será el frío?-.
29 ene 2007
Riga, one night to become a sinner
El estado de sitio se ha instalado en la noche de Riga, la ciudad es una enorme fiesta non stop porque cada 200 mereos puedes encontrar una discoteca. La idiosincrasia de la letonas ayuda bastante a crear ambiente, más allá de los atrevidos modelitos -no seré yo quien les ponga nombre- y de lo buenas que están; les va la marcha.
Una fiesta en un buen club de Riga debe ser lo más parecido a una convención de modelos, echando una visual rápida se entiende que Letonia sea el país que más modelos da al mundo de la pasarela, es una verdadera lástima que sea Britney Spears la que marque tendencia en esta pasarela de Riga; así que dos trapitos y a la pista. Personalmente no soy de los que creen en el tópico de cuanta menos ropa más sexy, aunque esto es sólo por poner algún pero. La gente es abierta, no hay muchos malos rollos, quizás ayuda el hecho de que por cada tío hay unas tres modelos y que el control de acceso es bastante riguroso.
Cuando te acercas a la barra otra alegría, porque quitando el ya famoso cumpleaños de Ronaldo sería difícil encontrar otra fiesta con ese ambientazo y donde una cervecita te salga por menos de 2 €. Así que entre cervecitas, sonrisitas y comentarios del tipo tío esto es increíble o pero has visto a esa y a esa y esa de ahí va pasando la noche. La guinda del pastel son camareras que recorren el garito invitando a chupitos de Jägermeister. Nos han dicho que hay unos 8 clubes cinco estrellas en Riga, hemos estado en uno pero volveremos para probar los otros 7.
Y lo más acojonante es que para nosotros es una fiesta inolvidable pero para un erasmus en Riga no es más que el pan de cada noche, así que no seais capullos y de eramus a Riga.
Una fiesta en un buen club de Riga debe ser lo más parecido a una convención de modelos, echando una visual rápida se entiende que Letonia sea el país que más modelos da al mundo de la pasarela, es una verdadera lástima que sea Britney Spears la que marque tendencia en esta pasarela de Riga; así que dos trapitos y a la pista. Personalmente no soy de los que creen en el tópico de cuanta menos ropa más sexy, aunque esto es sólo por poner algún pero. La gente es abierta, no hay muchos malos rollos, quizás ayuda el hecho de que por cada tío hay unas tres modelos y que el control de acceso es bastante riguroso.
Cuando te acercas a la barra otra alegría, porque quitando el ya famoso cumpleaños de Ronaldo sería difícil encontrar otra fiesta con ese ambientazo y donde una cervecita te salga por menos de 2 €. Así que entre cervecitas, sonrisitas y comentarios del tipo tío esto es increíble o pero has visto a esa y a esa y esa de ahí va pasando la noche. La guinda del pastel son camareras que recorren el garito invitando a chupitos de Jägermeister. Nos han dicho que hay unos 8 clubes cinco estrellas en Riga, hemos estado en uno pero volveremos para probar los otros 7.
Y lo más acojonante es que para nosotros es una fiesta inolvidable pero para un erasmus en Riga no es más que el pan de cada noche, así que no seais capullos y de eramus a Riga.
28 ene 2007
Riga, los vicios del capitalismo
Riga reniega de su pasado comunista, es difícil creer que estemos en una exrepública soviética; en su afán de cambio los letones han llevado al extremo el sistema capitalista. El consumismo, la especulación y la libertad convertida en vicio forman la carta de presentación de la nueva Riga. Pero desgraciadamente Riga no es más que una gigantesca burbuja formada por el centro de la ciudad y que poco a poco se expande por los barrios adyacentes, arrasando a su paso todo aquello que no huela a progreso.
Si te subes al autobus y te adentras un poco en la otra ciudad, el paisaje es desolador. El mago del progreso ha dejado de lado indigentes, edificios en ruinas y desolación. Dentro de unos años quizás los edificios ruinosos serán grande bloques de apartamentos y la desolación dejará paso al progreso, no lo sé, pero lo que es seguro es que para todos estos indigentes ya no hay futuro.
En los últimos años Riga es a los turistas lo que la Costa Brava a los estudiantes de bachiller en las excursiones de fin de curso, es decir, lo de menos es donde estás sino lo bien que te lo puedes llegas a pasar. Si combinas los precios de los vicios más comunes, alcohol y tabaco prácticamente regalados con la belleza explosiva de las mujeres tienes más de lo que puedes llegar a soñar. Por eso más allá del paro, la inflacción y el boom inmobiliario, Riga aspira a convertirse en un centro turístico europeo, las líneas baratas les aseguran un gran número de turistas, de qué tipo? - eso ya es otra cosa. Todo está de saldo en Riga; se gasta lo mismo en una semana en Riga que en dos días en Estocolmo y con un mayor nivel de vida. El centro de la ciudad es bastante atractivo, edificios antiguos, calles empedradas y la gran mayoría peatonales; lo mejor de Riga es perderse por esas calles y disfrutar de la atmósfera que las rodea. Pararse a tomar un café o disfrutar de una estupenda comida en un restaurante sin que el presupuesto del viaje se resienta.
Riga es conocida como el París del este, no he estado en París, no puedo comparar; pero el legado arquitectónico de la ciudad es considerable, aunque el boom urbanístico no ha dejado ninguna pieza contemporánea reseñable todavía. Una de las visitas imprescindibles de la ciudad es el mercado, probablemente uno de los más grandes de Europa. Cientos de pequeños puestos se aglutinan en un gran espacio cerca de la estación de trenes, el centro neurálgico está formado por unos inmensos barracones que pertenecieron al ejército, en su interior se encuentran los puestos de venta de comida y productos perecederos. Si bien la mayor parte de los puestos ofrecen productos quizás no muy interesantes, si uno se toma su tiempo en recorrerse el mercado puede encontrar ciertos puestos de segunda mano donde conseguir verdaderas joyas, y como siempre por poca pasta. Nunca está de más regatear un poco.
A día de hoy riga se ha convertido en una ciudad sin personalidad, o al menos en busca de ella. El afán de borrar el pasado de las nuevas generaciones choca con la sensación de vacío de los mayores ante el nuevo rumbo de la ciudad y aunque el futuro es incierto; sólo la aceptación del pasado permitirá una convivencia de todos hacia una Riga del siglo XXI.
Si te subes al autobus y te adentras un poco en la otra ciudad, el paisaje es desolador. El mago del progreso ha dejado de lado indigentes, edificios en ruinas y desolación. Dentro de unos años quizás los edificios ruinosos serán grande bloques de apartamentos y la desolación dejará paso al progreso, no lo sé, pero lo que es seguro es que para todos estos indigentes ya no hay futuro.
En los últimos años Riga es a los turistas lo que la Costa Brava a los estudiantes de bachiller en las excursiones de fin de curso, es decir, lo de menos es donde estás sino lo bien que te lo puedes llegas a pasar. Si combinas los precios de los vicios más comunes, alcohol y tabaco prácticamente regalados con la belleza explosiva de las mujeres tienes más de lo que puedes llegar a soñar. Por eso más allá del paro, la inflacción y el boom inmobiliario, Riga aspira a convertirse en un centro turístico europeo, las líneas baratas les aseguran un gran número de turistas, de qué tipo? - eso ya es otra cosa. Todo está de saldo en Riga; se gasta lo mismo en una semana en Riga que en dos días en Estocolmo y con un mayor nivel de vida. El centro de la ciudad es bastante atractivo, edificios antiguos, calles empedradas y la gran mayoría peatonales; lo mejor de Riga es perderse por esas calles y disfrutar de la atmósfera que las rodea. Pararse a tomar un café o disfrutar de una estupenda comida en un restaurante sin que el presupuesto del viaje se resienta.
Riga es conocida como el París del este, no he estado en París, no puedo comparar; pero el legado arquitectónico de la ciudad es considerable, aunque el boom urbanístico no ha dejado ninguna pieza contemporánea reseñable todavía. Una de las visitas imprescindibles de la ciudad es el mercado, probablemente uno de los más grandes de Europa. Cientos de pequeños puestos se aglutinan en un gran espacio cerca de la estación de trenes, el centro neurálgico está formado por unos inmensos barracones que pertenecieron al ejército, en su interior se encuentran los puestos de venta de comida y productos perecederos. Si bien la mayor parte de los puestos ofrecen productos quizás no muy interesantes, si uno se toma su tiempo en recorrerse el mercado puede encontrar ciertos puestos de segunda mano donde conseguir verdaderas joyas, y como siempre por poca pasta. Nunca está de más regatear un poco.
A día de hoy riga se ha convertido en una ciudad sin personalidad, o al menos en busca de ella. El afán de borrar el pasado de las nuevas generaciones choca con la sensación de vacío de los mayores ante el nuevo rumbo de la ciudad y aunque el futuro es incierto; sólo la aceptación del pasado permitirá una convivencia de todos hacia una Riga del siglo XXI.
22 ene 2007
Stockholm, wednesday nigth ice fever
Para que una noche de marcha resulte inolvidable tienen que cumplirse varias condiciones; encontrar un garito con un buen ambiente, que haya algún tipo de celebración siempre ayuda -Pablín y su fin de carrera- y sobre todo muchas ganas de pasarlo bien; aunque todo puede volverse en tu contra, porque la mezcla celebración y ganas de fiesta pueden acabar saliéndose de madre. El factor conjunto es importante, porque si de tres noches dos son una mierda a poco que una esté bien ya es inolvidable.
Llama la atención que los miércoles en la zona del Báltico sea uno de los días de mayor ambiente, la gente llena los garitos como si al día siguiente no tuviese que currar. Estocolmo cumple con los miercoles festivos aunque lo de entrar un club puede llegar a ser complicado. La moda o mas bien las apariencias marcan la tendencia de tú entra, tú te quedas fuera. Imprescindible salir con el dni y tener más de 24 años. Llama la atención la cantidad de seguratas que hay en los clubes, os suecos son bastante civilizados quizás ayude que como vayas un poco pedo te echen inmediatamente. La noche del miércoles encontramos un club cojonudo, una enorme casa en el centro de la ciudad, una más por fuera, un auténtico palacete en el interior. Tardé más de una hora en localizar en mi cabeza en mapa de todas las habitaciones, el punto de partida era una pequeña sala de estar en la que había música en directo, tres bandas de gente joven con ganas de comerse el mundo. El estilo se acerca más al rock de Peter Bjorn & John que al pop de Mando Diao, son bandas extrañas una sustituye el bajo por la trompeta, mientras en otra un joven imberbe da una buena lección a Chris Martin; el teclado como instrumento musical, vida más allá de un buen riff. Entre concierto y concierto sigo recorriendo las habitaciones, en una hay una pequeña mesa de juego aunque me llega la pasta que pierdo con cada birra como para dársela a la hermosa croupier a fondo perdido. Después del Room Live el segundo más frecuentado es una enorme sala totalmente blanca bajo la tenue luz de dos enormes arañas; te sientas 10 minutos y disfrutas del espectáculo un autético desfile de modelos. El ir y venir de tías no para y todas se parecen en algo, altas, un poco delgadas, más disfrazadas que vestidas y muy guapas; como elfas pero sin orejas puntiagudas. La noche pasa y los recuerdos se oscurecen, hasta que la mezcla de ganas de fiesta, un buen garito, conciertos, gente cool y exceso de celo de uno de los seguratas, muestra a Pablín la puerta de salida; amablemente asentimos con la cabeza y en solidaridad nos vamos con él. Ha sido una noche cojonudamente divertida.
Obviemos la noche del jueves porque fue lamentable y del viernes nos quedará para el recuerdo la visita al Ice Bar Stockholm, un garito todo de hielo a unos 20 bajo cero, con chupitos a 20 euros en vasos también de hielo y con asientos también de hielo que no invitaban a sentarse, aguante 15 minutos y menos mal que mi chupito no tenía tabasco, lo mejor aparte del hielo... más hielo. Pudo haberse convertido en una noche para el recuerdo, pero después de media hora en la cola del Debaser no hubo consenso en otros 15 minutos de espera y lo que pudo ser otra gran noche es sólo un motivo más para volver a Estocolmo.
Llama la atención que los miércoles en la zona del Báltico sea uno de los días de mayor ambiente, la gente llena los garitos como si al día siguiente no tuviese que currar. Estocolmo cumple con los miercoles festivos aunque lo de entrar un club puede llegar a ser complicado. La moda o mas bien las apariencias marcan la tendencia de tú entra, tú te quedas fuera. Imprescindible salir con el dni y tener más de 24 años. Llama la atención la cantidad de seguratas que hay en los clubes, os suecos son bastante civilizados quizás ayude que como vayas un poco pedo te echen inmediatamente. La noche del miércoles encontramos un club cojonudo, una enorme casa en el centro de la ciudad, una más por fuera, un auténtico palacete en el interior. Tardé más de una hora en localizar en mi cabeza en mapa de todas las habitaciones, el punto de partida era una pequeña sala de estar en la que había música en directo, tres bandas de gente joven con ganas de comerse el mundo. El estilo se acerca más al rock de Peter Bjorn & John que al pop de Mando Diao, son bandas extrañas una sustituye el bajo por la trompeta, mientras en otra un joven imberbe da una buena lección a Chris Martin; el teclado como instrumento musical, vida más allá de un buen riff. Entre concierto y concierto sigo recorriendo las habitaciones, en una hay una pequeña mesa de juego aunque me llega la pasta que pierdo con cada birra como para dársela a la hermosa croupier a fondo perdido. Después del Room Live el segundo más frecuentado es una enorme sala totalmente blanca bajo la tenue luz de dos enormes arañas; te sientas 10 minutos y disfrutas del espectáculo un autético desfile de modelos. El ir y venir de tías no para y todas se parecen en algo, altas, un poco delgadas, más disfrazadas que vestidas y muy guapas; como elfas pero sin orejas puntiagudas. La noche pasa y los recuerdos se oscurecen, hasta que la mezcla de ganas de fiesta, un buen garito, conciertos, gente cool y exceso de celo de uno de los seguratas, muestra a Pablín la puerta de salida; amablemente asentimos con la cabeza y en solidaridad nos vamos con él. Ha sido una noche cojonudamente divertida.
Obviemos la noche del jueves porque fue lamentable y del viernes nos quedará para el recuerdo la visita al Ice Bar Stockholm, un garito todo de hielo a unos 20 bajo cero, con chupitos a 20 euros en vasos también de hielo y con asientos también de hielo que no invitaban a sentarse, aguante 15 minutos y menos mal que mi chupito no tenía tabasco, lo mejor aparte del hielo... más hielo. Pudo haberse convertido en una noche para el recuerdo, pero después de media hora en la cola del Debaser no hubo consenso en otros 15 minutos de espera y lo que pudo ser otra gran noche es sólo un motivo más para volver a Estocolmo.
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