Para que una noche de marcha resulte inolvidable tienen que cumplirse varias condiciones; encontrar un garito con un buen ambiente, que haya algún tipo de celebración siempre ayuda -Pablín y su fin de carrera- y sobre todo muchas ganas de pasarlo bien; aunque todo puede volverse en tu contra, porque la mezcla celebración y ganas de fiesta pueden acabar saliéndose de madre. El factor conjunto es importante, porque si de tres noches dos son una mierda a poco que una esté bien ya es inolvidable.
Llama la atención que los miércoles en la zona del Báltico sea uno de los días de mayor ambiente, la gente llena los garitos como si al día siguiente no tuviese que currar. Estocolmo cumple con los miercoles festivos aunque lo de entrar un club puede llegar a ser complicado. La moda o mas bien las apariencias marcan la tendencia de tú entra, tú te quedas fuera. Imprescindible salir con el dni y tener más de 24 años. Llama la atención la cantidad de seguratas que hay en los clubes, os suecos son bastante civilizados quizás ayude que como vayas un poco pedo te echen inmediatamente. La noche del miércoles encontramos un club cojonudo, una enorme casa en el centro de la ciudad, una más por fuera, un auténtico palacete en el interior. Tardé más de una hora en localizar en mi cabeza en mapa de todas las habitaciones, el punto de partida era una pequeña sala de estar en la que había música en directo, tres bandas de gente joven con ganas de comerse el mundo. El estilo se acerca más al rock de Peter Bjorn & John que al pop de Mando Diao, son bandas extrañas una sustituye el bajo por la trompeta, mientras en otra un joven imberbe da una buena lección a Chris Martin; el teclado como instrumento musical, vida más allá de un buen riff. Entre concierto y concierto sigo recorriendo las habitaciones, en una hay una pequeña mesa de juego aunque me llega la pasta que pierdo con cada birra como para dársela a la hermosa croupier a fondo perdido. Después del Room Live el segundo más frecuentado es una enorme sala totalmente blanca bajo la tenue luz de dos enormes arañas; te sientas 10 minutos y disfrutas del espectáculo un autético desfile de modelos. El ir y venir de tías no para y todas se parecen en algo, altas, un poco delgadas, más disfrazadas que vestidas y muy guapas; como elfas pero sin orejas puntiagudas. La noche pasa y los recuerdos se oscurecen, hasta que la mezcla de ganas de fiesta, un buen garito, conciertos, gente cool y exceso de celo de uno de los seguratas, muestra a Pablín la puerta de salida; amablemente asentimos con la cabeza y en solidaridad nos vamos con él. Ha sido una noche cojonudamente divertida.
Obviemos la noche del jueves porque fue lamentable y del viernes nos quedará para el recuerdo la visita al Ice Bar Stockholm, un garito todo de hielo a unos 20 bajo cero, con chupitos a 20 euros en vasos también de hielo y con asientos también de hielo que no invitaban a sentarse, aguante 15 minutos y menos mal que mi chupito no tenía tabasco, lo mejor aparte del hielo... más hielo. Pudo haberse convertido en una noche para el recuerdo, pero después de media hora en la cola del Debaser no hubo consenso en otros 15 minutos de espera y lo que pudo ser otra gran noche es sólo un motivo más para volver a Estocolmo.
22 ene 2007
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1 comentario:
Quiero dejar constancia de que mi expulsion del pedazo garito en Estocolmo fue debida solo a un acto de racismo por parte del pedazo gorila que amablemente me enseño la salida, y en ningun caso se debio a mi estado de embriaguez, ya que solo me bebi un par de cervezas para celebrar mi final de examenes!!
Pablo...el injustamente invitado a irse!
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