En el corazón del Báltico, Estocolmo probablemante sea el destino más popular y con las mujeres más legendarias de Europa, gracias a los clásicos del cine español de los 60 y 70; por no hablar de la época del destape, difícil encontrar una película de Pajares y Esteso donde no aparezca el típico bombón rubio, explosivo, ingenuo y sueco. Quizás por esta leyenda rosa los consejos que recibes antes de ir a Suecia son Cuidado eh!; si yo me pillara con tu edad, dependiendo del género del consejero. Pero no estoy en Estocolmo para derribar mitos y menos aún para aumentar la leyenda, sino para empezar una pequeña travesía por los Bálticos.
En todo viaje no organizado por mucha información del destino que hayas conseguido de antemano, los primeros momentos son siempre una aventura. Una aventura que comienza en la estación de tren donde te deja el autobus que baja del aeropuerto; las estaciones son céntricas con una muy buena comunicación de transporte y son muy fáciles de localizar en el mapa.
Llegar al hostel es una liberación, dejas el equipaje y echas una visual a la habitación, en general es mejor que no sea una visual muy a fondo porque nunca hay que olvidar que un hostel es un alojamiento donde sacrificas algunas comodidades por un precio económico, una localización céntrica y relaciones con gente de todo el mundo.
La primera vuelta por una ciudad es emocionante, caminas sin rumbo observandolo todo, la gente, las calles, el tráfico y te vas empapando de sensaciones los colores, los sonidos, incluso el olor de la ciudad.
Estocolmo es una ciudad viva, bulliciosa; la gente es muy fashion aunque rozando lo hortera, al igual que los café-restaurante, los clubs o las propias tiendas. La cara tranquila es Riddar-Holmen, la isla de Estocolmo donde se encuentra el palacio real y la parte antigua de la ciudad. Las casas de estas zona son de colores muy vivos y las callejuelas muy estrechas todas de empedrado, aunque no nos engañemos, para pasear relajadamente por esta zona es mejor esperar al cierre de las tiendas de souvenirs, y que la oleada de turistas se refujien en su hotel para la cena.
Más al sur, en otra de las islas de mayor tamaño, situado en una pequeña subida en la calle Stadsgardsleden se encuentra un mirador desde donde disfrutar una imagen increíble del puerto y buena parte de la ciudad. Es un buen lugar como punto de partida, para ver aquello que nos espera, y mejor final con un gran recuerdo.
Otra de las visitas que no se puede dejar pasar es el ayuntamiento, aunque desde el exterior para un edificio más, una vez en su interior no deja de sorprendernos. Primero un gran patio interior de piedra que recuerda a los patios de los monasterios españoles, aunque lo mejor está por llegar, porque la última zona del ayuntamiento es un jardín abierto al mar, donde si luce el sol estamos ante una combinación difícil de superar en cualquier otro lugar de la ciudad.
Estocolmo también es la capital europea de los museos, cualquiera que sea tu inquietud encontrará una respuesta en algún museo de la ciudad. Eso si nada es barato en esta ciudad, incluidos los museos, así que no es una mala idea comprar la tarjeta de la ciudad que incluye todo el transporte y la entrada a buena parte de los museos. La ciudad es interesante, aunque la gente va bastante a su rollo y no es que sean muy serviciales, aparte de ser una de las ciudades más caras que se puede encontrar en Europa, también tiene a unos habitantes bastante superficiales. El tanto tienes tanto vales, se cumple en buena parte de la ciudad, quizás se haya debido únicamente al increíble temporal de estos días en la ciudad les ha agriado el carácter, Tendré que volver para tener una segunda opinión, con más horas de luz, mejor tiempo y más minifaldas.
13 ene 2007
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1 comentario:
"...oleada de turistas se refujien"? -> refuGien!!
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