Miécoles noche en Helsinki y como en el resto del Báltico, miercoles es sinónimo de fiesta. Oh!! Sorpresa miercoles noche concierto de James Brown en Helsinki, 50 eurazos de entrada, inviable a estas alturas de viaje para nuestra economía. Tras desechar el concierto buscas alternativas y con la guía Nightlife in Helsinki editada por la ofina de turismo tienes todas las opciones al alcance sólo hay que saber elegir y joder a fe que supimos hacerlo.
Para empezar nos decantamos por un poquito de karaoke, Heavykaraoke. No soy un gran fan de los karaokes pero con esa lista de canciones cualquier melómano se hubiese puesto micrófono en mano. Se estreno Leo con una canción de Korn y yo me vine arriba y pedí Wish you were here de los Pink Floyd. Estaba preparado, no había nervios y me sabía la canción; hasta que el presentador dijo mi nombre, porque no me llegaba sangre al cerebro que sino hubiese salido corriendo, cuando volví en mi ya estaba encima del escenario, la música sonaba y la letra ya estaba en rosa; lo peor que puede pasar en un karaoke: ir a remolque. Esperas el momento de volver a coger el hilo de la canción pero ese pequeño desfase está en tu cabeza y ni el estribillo cantas a tiempo. Pero lo bueno de los karaokes es que acabada la canción todo el mundo recibe un gran aplauso, con eso ya te vienes arriba.
Acabada la músca, vamos a un nuevo club con unos erasmus. El sitio no está mal, en la azotea de un edificio, dos salas, mucha gente, bastante buen ambiente y con un increíble escenario listo para un concierto, y menudo pedazo de concierto; la banda de al completo de James Brown -sin James Brown-, groupies incluídas. Con el buen rollo del concierto, los músicos y todos aquellos que disfruntan con buena música el tiempo vuela. No faltó al finalizar el concierto la tunda de rigor a los músicos, nunca se deben perder las buenas costumbres.
Y para acabar la noche de Helsinki un paseíto por las calles nevadas, con un frío que pela, buscando el hostel y sin mapa. Con la combinación hielo que resbala y nieve que amortigua la caída siempre te aseguras un paseo entretenido.
31 ene 2007
Helsinki, armonía en medio del frío
Existen los flechazos y también el amor que surge con el tiempo, Helsinki es de las segundas; una ciudad que te va enamorando poco a poco y aun cuando estás lejos de ella sigues recordando todos los pequeños detalles que la hacen inolvidable.
No es una ciudad muy grande, unos 600.000 habitantes, pero menos un clima caluroso tiene todo lo que uno necesite para ser feliz; es acogedora aun con frío, llena de luz incluso durante las noches de invierno y los fineses no les importa regalar una sonrisa de vez en cuando, lo que en el norte de Europa no suele ser muy habitual. Helsinki es una ciudad práctica, todo está al servicio de sus gentes para hacer el día a día más cómodo, en unas condiciones climáticas que en algunas ocasiones pueden llegar a ser bastante adversas. Pero en medio de toda esta practicidad Helsinki no sacrifica su belleza, así en cada esquina puedes encontrar algo que llame realmente tu atención.
Helsinki es una ciudad no muy antigua, su centro histórico data de mediados del siglo XIX y fue construido bajo el modelo neoclásico de la ciudad de San Petesburgo, destacan la maravillosa catedral de Uspenski y la catedral de Helsinki situada en la plaza del senado y probablemente el símbolo de la ciudad. Aparte de las dos catedrales, cada una de una confesión, el triángulo espiritual se cierra con la iglesia de Temppeliaukio; construida en un enorme bloque de piedra resulta realmente curiosa y en ella se puede disfrutar de grandes conciertos o de grandes ensayos de conciertos -suena igual y es gratis-.
Desde los juegos olímpico de Helsinki de 1952 otro de los iconos de la ciudad es la torre olímpica, junto al estadio tiene unas vistas increíbles de la ciudad y se sube en ascensor, lo que siempre se agradece. El transporte público, especialmente el tranvía, es rápido, con mucha frecuencia y sobre todo con calefacción central; así que antes de que el frío pueda hacer mella un viajecito en tranvía recupera la vitalidad y te lleva a otra punto interesante, ya sea un museo, un centro comercial, una tienda o una cafetería con un maravilloso chocolate caliente esperando. Cualquier opción es posible ssólo hay que saber elegir la parada.
Otra parada también es el puerto, en él atracan a diario cientos de barcos entre ellos numerosos ferrys que comunican las capitales del Báltico, grandes centros lúdicos flotantes.
Helsinki es una ciudad 10 quizás no tenga el mejor clima pero tiene todo lo demás; espero conocer la cara templada de Helsinki la de verano cuando se pueda pasear sin que el aire te corte la cara, cuando los días son casi eternos y se pueda disfrutar de todo el potencial de la ciudad.
Resulta increíble que en el año más caluroso de la historia nuestro viaje por el Báltico haya coincidido con los días más fríos del año, y aun así parece que hemos disfrutado de días calurosos en el otoño de Helsinki -Cómo será el frío?-.
No es una ciudad muy grande, unos 600.000 habitantes, pero menos un clima caluroso tiene todo lo que uno necesite para ser feliz; es acogedora aun con frío, llena de luz incluso durante las noches de invierno y los fineses no les importa regalar una sonrisa de vez en cuando, lo que en el norte de Europa no suele ser muy habitual. Helsinki es una ciudad práctica, todo está al servicio de sus gentes para hacer el día a día más cómodo, en unas condiciones climáticas que en algunas ocasiones pueden llegar a ser bastante adversas. Pero en medio de toda esta practicidad Helsinki no sacrifica su belleza, así en cada esquina puedes encontrar algo que llame realmente tu atención.
Helsinki es una ciudad no muy antigua, su centro histórico data de mediados del siglo XIX y fue construido bajo el modelo neoclásico de la ciudad de San Petesburgo, destacan la maravillosa catedral de Uspenski y la catedral de Helsinki situada en la plaza del senado y probablemente el símbolo de la ciudad. Aparte de las dos catedrales, cada una de una confesión, el triángulo espiritual se cierra con la iglesia de Temppeliaukio; construida en un enorme bloque de piedra resulta realmente curiosa y en ella se puede disfrutar de grandes conciertos o de grandes ensayos de conciertos -suena igual y es gratis-.
Desde los juegos olímpico de Helsinki de 1952 otro de los iconos de la ciudad es la torre olímpica, junto al estadio tiene unas vistas increíbles de la ciudad y se sube en ascensor, lo que siempre se agradece. El transporte público, especialmente el tranvía, es rápido, con mucha frecuencia y sobre todo con calefacción central; así que antes de que el frío pueda hacer mella un viajecito en tranvía recupera la vitalidad y te lleva a otra punto interesante, ya sea un museo, un centro comercial, una tienda o una cafetería con un maravilloso chocolate caliente esperando. Cualquier opción es posible ssólo hay que saber elegir la parada.
Otra parada también es el puerto, en él atracan a diario cientos de barcos entre ellos numerosos ferrys que comunican las capitales del Báltico, grandes centros lúdicos flotantes.
Helsinki es una ciudad 10 quizás no tenga el mejor clima pero tiene todo lo demás; espero conocer la cara templada de Helsinki la de verano cuando se pueda pasear sin que el aire te corte la cara, cuando los días son casi eternos y se pueda disfrutar de todo el potencial de la ciudad.
Resulta increíble que en el año más caluroso de la historia nuestro viaje por el Báltico haya coincidido con los días más fríos del año, y aun así parece que hemos disfrutado de días calurosos en el otoño de Helsinki -Cómo será el frío?-.
29 ene 2007
Riga, one night to become a sinner
El estado de sitio se ha instalado en la noche de Riga, la ciudad es una enorme fiesta non stop porque cada 200 mereos puedes encontrar una discoteca. La idiosincrasia de la letonas ayuda bastante a crear ambiente, más allá de los atrevidos modelitos -no seré yo quien les ponga nombre- y de lo buenas que están; les va la marcha.
Una fiesta en un buen club de Riga debe ser lo más parecido a una convención de modelos, echando una visual rápida se entiende que Letonia sea el país que más modelos da al mundo de la pasarela, es una verdadera lástima que sea Britney Spears la que marque tendencia en esta pasarela de Riga; así que dos trapitos y a la pista. Personalmente no soy de los que creen en el tópico de cuanta menos ropa más sexy, aunque esto es sólo por poner algún pero. La gente es abierta, no hay muchos malos rollos, quizás ayuda el hecho de que por cada tío hay unas tres modelos y que el control de acceso es bastante riguroso.
Cuando te acercas a la barra otra alegría, porque quitando el ya famoso cumpleaños de Ronaldo sería difícil encontrar otra fiesta con ese ambientazo y donde una cervecita te salga por menos de 2 €. Así que entre cervecitas, sonrisitas y comentarios del tipo tío esto es increíble o pero has visto a esa y a esa y esa de ahí va pasando la noche. La guinda del pastel son camareras que recorren el garito invitando a chupitos de Jägermeister. Nos han dicho que hay unos 8 clubes cinco estrellas en Riga, hemos estado en uno pero volveremos para probar los otros 7.
Y lo más acojonante es que para nosotros es una fiesta inolvidable pero para un erasmus en Riga no es más que el pan de cada noche, así que no seais capullos y de eramus a Riga.
Una fiesta en un buen club de Riga debe ser lo más parecido a una convención de modelos, echando una visual rápida se entiende que Letonia sea el país que más modelos da al mundo de la pasarela, es una verdadera lástima que sea Britney Spears la que marque tendencia en esta pasarela de Riga; así que dos trapitos y a la pista. Personalmente no soy de los que creen en el tópico de cuanta menos ropa más sexy, aunque esto es sólo por poner algún pero. La gente es abierta, no hay muchos malos rollos, quizás ayuda el hecho de que por cada tío hay unas tres modelos y que el control de acceso es bastante riguroso.
Cuando te acercas a la barra otra alegría, porque quitando el ya famoso cumpleaños de Ronaldo sería difícil encontrar otra fiesta con ese ambientazo y donde una cervecita te salga por menos de 2 €. Así que entre cervecitas, sonrisitas y comentarios del tipo tío esto es increíble o pero has visto a esa y a esa y esa de ahí va pasando la noche. La guinda del pastel son camareras que recorren el garito invitando a chupitos de Jägermeister. Nos han dicho que hay unos 8 clubes cinco estrellas en Riga, hemos estado en uno pero volveremos para probar los otros 7.
Y lo más acojonante es que para nosotros es una fiesta inolvidable pero para un erasmus en Riga no es más que el pan de cada noche, así que no seais capullos y de eramus a Riga.
28 ene 2007
Riga, los vicios del capitalismo
Riga reniega de su pasado comunista, es difícil creer que estemos en una exrepública soviética; en su afán de cambio los letones han llevado al extremo el sistema capitalista. El consumismo, la especulación y la libertad convertida en vicio forman la carta de presentación de la nueva Riga. Pero desgraciadamente Riga no es más que una gigantesca burbuja formada por el centro de la ciudad y que poco a poco se expande por los barrios adyacentes, arrasando a su paso todo aquello que no huela a progreso.
Si te subes al autobus y te adentras un poco en la otra ciudad, el paisaje es desolador. El mago del progreso ha dejado de lado indigentes, edificios en ruinas y desolación. Dentro de unos años quizás los edificios ruinosos serán grande bloques de apartamentos y la desolación dejará paso al progreso, no lo sé, pero lo que es seguro es que para todos estos indigentes ya no hay futuro.
En los últimos años Riga es a los turistas lo que la Costa Brava a los estudiantes de bachiller en las excursiones de fin de curso, es decir, lo de menos es donde estás sino lo bien que te lo puedes llegas a pasar. Si combinas los precios de los vicios más comunes, alcohol y tabaco prácticamente regalados con la belleza explosiva de las mujeres tienes más de lo que puedes llegar a soñar. Por eso más allá del paro, la inflacción y el boom inmobiliario, Riga aspira a convertirse en un centro turístico europeo, las líneas baratas les aseguran un gran número de turistas, de qué tipo? - eso ya es otra cosa. Todo está de saldo en Riga; se gasta lo mismo en una semana en Riga que en dos días en Estocolmo y con un mayor nivel de vida. El centro de la ciudad es bastante atractivo, edificios antiguos, calles empedradas y la gran mayoría peatonales; lo mejor de Riga es perderse por esas calles y disfrutar de la atmósfera que las rodea. Pararse a tomar un café o disfrutar de una estupenda comida en un restaurante sin que el presupuesto del viaje se resienta.
Riga es conocida como el París del este, no he estado en París, no puedo comparar; pero el legado arquitectónico de la ciudad es considerable, aunque el boom urbanístico no ha dejado ninguna pieza contemporánea reseñable todavía. Una de las visitas imprescindibles de la ciudad es el mercado, probablemente uno de los más grandes de Europa. Cientos de pequeños puestos se aglutinan en un gran espacio cerca de la estación de trenes, el centro neurálgico está formado por unos inmensos barracones que pertenecieron al ejército, en su interior se encuentran los puestos de venta de comida y productos perecederos. Si bien la mayor parte de los puestos ofrecen productos quizás no muy interesantes, si uno se toma su tiempo en recorrerse el mercado puede encontrar ciertos puestos de segunda mano donde conseguir verdaderas joyas, y como siempre por poca pasta. Nunca está de más regatear un poco.
A día de hoy riga se ha convertido en una ciudad sin personalidad, o al menos en busca de ella. El afán de borrar el pasado de las nuevas generaciones choca con la sensación de vacío de los mayores ante el nuevo rumbo de la ciudad y aunque el futuro es incierto; sólo la aceptación del pasado permitirá una convivencia de todos hacia una Riga del siglo XXI.
Si te subes al autobus y te adentras un poco en la otra ciudad, el paisaje es desolador. El mago del progreso ha dejado de lado indigentes, edificios en ruinas y desolación. Dentro de unos años quizás los edificios ruinosos serán grande bloques de apartamentos y la desolación dejará paso al progreso, no lo sé, pero lo que es seguro es que para todos estos indigentes ya no hay futuro.
En los últimos años Riga es a los turistas lo que la Costa Brava a los estudiantes de bachiller en las excursiones de fin de curso, es decir, lo de menos es donde estás sino lo bien que te lo puedes llegas a pasar. Si combinas los precios de los vicios más comunes, alcohol y tabaco prácticamente regalados con la belleza explosiva de las mujeres tienes más de lo que puedes llegar a soñar. Por eso más allá del paro, la inflacción y el boom inmobiliario, Riga aspira a convertirse en un centro turístico europeo, las líneas baratas les aseguran un gran número de turistas, de qué tipo? - eso ya es otra cosa. Todo está de saldo en Riga; se gasta lo mismo en una semana en Riga que en dos días en Estocolmo y con un mayor nivel de vida. El centro de la ciudad es bastante atractivo, edificios antiguos, calles empedradas y la gran mayoría peatonales; lo mejor de Riga es perderse por esas calles y disfrutar de la atmósfera que las rodea. Pararse a tomar un café o disfrutar de una estupenda comida en un restaurante sin que el presupuesto del viaje se resienta.
Riga es conocida como el París del este, no he estado en París, no puedo comparar; pero el legado arquitectónico de la ciudad es considerable, aunque el boom urbanístico no ha dejado ninguna pieza contemporánea reseñable todavía. Una de las visitas imprescindibles de la ciudad es el mercado, probablemente uno de los más grandes de Europa. Cientos de pequeños puestos se aglutinan en un gran espacio cerca de la estación de trenes, el centro neurálgico está formado por unos inmensos barracones que pertenecieron al ejército, en su interior se encuentran los puestos de venta de comida y productos perecederos. Si bien la mayor parte de los puestos ofrecen productos quizás no muy interesantes, si uno se toma su tiempo en recorrerse el mercado puede encontrar ciertos puestos de segunda mano donde conseguir verdaderas joyas, y como siempre por poca pasta. Nunca está de más regatear un poco.
A día de hoy riga se ha convertido en una ciudad sin personalidad, o al menos en busca de ella. El afán de borrar el pasado de las nuevas generaciones choca con la sensación de vacío de los mayores ante el nuevo rumbo de la ciudad y aunque el futuro es incierto; sólo la aceptación del pasado permitirá una convivencia de todos hacia una Riga del siglo XXI.
22 ene 2007
Stockholm, wednesday nigth ice fever
Para que una noche de marcha resulte inolvidable tienen que cumplirse varias condiciones; encontrar un garito con un buen ambiente, que haya algún tipo de celebración siempre ayuda -Pablín y su fin de carrera- y sobre todo muchas ganas de pasarlo bien; aunque todo puede volverse en tu contra, porque la mezcla celebración y ganas de fiesta pueden acabar saliéndose de madre. El factor conjunto es importante, porque si de tres noches dos son una mierda a poco que una esté bien ya es inolvidable.
Llama la atención que los miércoles en la zona del Báltico sea uno de los días de mayor ambiente, la gente llena los garitos como si al día siguiente no tuviese que currar. Estocolmo cumple con los miercoles festivos aunque lo de entrar un club puede llegar a ser complicado. La moda o mas bien las apariencias marcan la tendencia de tú entra, tú te quedas fuera. Imprescindible salir con el dni y tener más de 24 años. Llama la atención la cantidad de seguratas que hay en los clubes, os suecos son bastante civilizados quizás ayude que como vayas un poco pedo te echen inmediatamente. La noche del miércoles encontramos un club cojonudo, una enorme casa en el centro de la ciudad, una más por fuera, un auténtico palacete en el interior. Tardé más de una hora en localizar en mi cabeza en mapa de todas las habitaciones, el punto de partida era una pequeña sala de estar en la que había música en directo, tres bandas de gente joven con ganas de comerse el mundo. El estilo se acerca más al rock de Peter Bjorn & John que al pop de Mando Diao, son bandas extrañas una sustituye el bajo por la trompeta, mientras en otra un joven imberbe da una buena lección a Chris Martin; el teclado como instrumento musical, vida más allá de un buen riff. Entre concierto y concierto sigo recorriendo las habitaciones, en una hay una pequeña mesa de juego aunque me llega la pasta que pierdo con cada birra como para dársela a la hermosa croupier a fondo perdido. Después del Room Live el segundo más frecuentado es una enorme sala totalmente blanca bajo la tenue luz de dos enormes arañas; te sientas 10 minutos y disfrutas del espectáculo un autético desfile de modelos. El ir y venir de tías no para y todas se parecen en algo, altas, un poco delgadas, más disfrazadas que vestidas y muy guapas; como elfas pero sin orejas puntiagudas. La noche pasa y los recuerdos se oscurecen, hasta que la mezcla de ganas de fiesta, un buen garito, conciertos, gente cool y exceso de celo de uno de los seguratas, muestra a Pablín la puerta de salida; amablemente asentimos con la cabeza y en solidaridad nos vamos con él. Ha sido una noche cojonudamente divertida.
Obviemos la noche del jueves porque fue lamentable y del viernes nos quedará para el recuerdo la visita al Ice Bar Stockholm, un garito todo de hielo a unos 20 bajo cero, con chupitos a 20 euros en vasos también de hielo y con asientos también de hielo que no invitaban a sentarse, aguante 15 minutos y menos mal que mi chupito no tenía tabasco, lo mejor aparte del hielo... más hielo. Pudo haberse convertido en una noche para el recuerdo, pero después de media hora en la cola del Debaser no hubo consenso en otros 15 minutos de espera y lo que pudo ser otra gran noche es sólo un motivo más para volver a Estocolmo.
Llama la atención que los miércoles en la zona del Báltico sea uno de los días de mayor ambiente, la gente llena los garitos como si al día siguiente no tuviese que currar. Estocolmo cumple con los miercoles festivos aunque lo de entrar un club puede llegar a ser complicado. La moda o mas bien las apariencias marcan la tendencia de tú entra, tú te quedas fuera. Imprescindible salir con el dni y tener más de 24 años. Llama la atención la cantidad de seguratas que hay en los clubes, os suecos son bastante civilizados quizás ayude que como vayas un poco pedo te echen inmediatamente. La noche del miércoles encontramos un club cojonudo, una enorme casa en el centro de la ciudad, una más por fuera, un auténtico palacete en el interior. Tardé más de una hora en localizar en mi cabeza en mapa de todas las habitaciones, el punto de partida era una pequeña sala de estar en la que había música en directo, tres bandas de gente joven con ganas de comerse el mundo. El estilo se acerca más al rock de Peter Bjorn & John que al pop de Mando Diao, son bandas extrañas una sustituye el bajo por la trompeta, mientras en otra un joven imberbe da una buena lección a Chris Martin; el teclado como instrumento musical, vida más allá de un buen riff. Entre concierto y concierto sigo recorriendo las habitaciones, en una hay una pequeña mesa de juego aunque me llega la pasta que pierdo con cada birra como para dársela a la hermosa croupier a fondo perdido. Después del Room Live el segundo más frecuentado es una enorme sala totalmente blanca bajo la tenue luz de dos enormes arañas; te sientas 10 minutos y disfrutas del espectáculo un autético desfile de modelos. El ir y venir de tías no para y todas se parecen en algo, altas, un poco delgadas, más disfrazadas que vestidas y muy guapas; como elfas pero sin orejas puntiagudas. La noche pasa y los recuerdos se oscurecen, hasta que la mezcla de ganas de fiesta, un buen garito, conciertos, gente cool y exceso de celo de uno de los seguratas, muestra a Pablín la puerta de salida; amablemente asentimos con la cabeza y en solidaridad nos vamos con él. Ha sido una noche cojonudamente divertida.
Obviemos la noche del jueves porque fue lamentable y del viernes nos quedará para el recuerdo la visita al Ice Bar Stockholm, un garito todo de hielo a unos 20 bajo cero, con chupitos a 20 euros en vasos también de hielo y con asientos también de hielo que no invitaban a sentarse, aguante 15 minutos y menos mal que mi chupito no tenía tabasco, lo mejor aparte del hielo... más hielo. Pudo haberse convertido en una noche para el recuerdo, pero después de media hora en la cola del Debaser no hubo consenso en otros 15 minutos de espera y lo que pudo ser otra gran noche es sólo un motivo más para volver a Estocolmo.
13 ene 2007
Stockholm: bienvenidos al mito sueco
En el corazón del Báltico, Estocolmo probablemante sea el destino más popular y con las mujeres más legendarias de Europa, gracias a los clásicos del cine español de los 60 y 70; por no hablar de la época del destape, difícil encontrar una película de Pajares y Esteso donde no aparezca el típico bombón rubio, explosivo, ingenuo y sueco. Quizás por esta leyenda rosa los consejos que recibes antes de ir a Suecia son Cuidado eh!; si yo me pillara con tu edad, dependiendo del género del consejero. Pero no estoy en Estocolmo para derribar mitos y menos aún para aumentar la leyenda, sino para empezar una pequeña travesía por los Bálticos.
En todo viaje no organizado por mucha información del destino que hayas conseguido de antemano, los primeros momentos son siempre una aventura. Una aventura que comienza en la estación de tren donde te deja el autobus que baja del aeropuerto; las estaciones son céntricas con una muy buena comunicación de transporte y son muy fáciles de localizar en el mapa.
Llegar al hostel es una liberación, dejas el equipaje y echas una visual a la habitación, en general es mejor que no sea una visual muy a fondo porque nunca hay que olvidar que un hostel es un alojamiento donde sacrificas algunas comodidades por un precio económico, una localización céntrica y relaciones con gente de todo el mundo.
La primera vuelta por una ciudad es emocionante, caminas sin rumbo observandolo todo, la gente, las calles, el tráfico y te vas empapando de sensaciones los colores, los sonidos, incluso el olor de la ciudad.
Estocolmo es una ciudad viva, bulliciosa; la gente es muy fashion aunque rozando lo hortera, al igual que los café-restaurante, los clubs o las propias tiendas. La cara tranquila es Riddar-Holmen, la isla de Estocolmo donde se encuentra el palacio real y la parte antigua de la ciudad. Las casas de estas zona son de colores muy vivos y las callejuelas muy estrechas todas de empedrado, aunque no nos engañemos, para pasear relajadamente por esta zona es mejor esperar al cierre de las tiendas de souvenirs, y que la oleada de turistas se refujien en su hotel para la cena.
Más al sur, en otra de las islas de mayor tamaño, situado en una pequeña subida en la calle Stadsgardsleden se encuentra un mirador desde donde disfrutar una imagen increíble del puerto y buena parte de la ciudad. Es un buen lugar como punto de partida, para ver aquello que nos espera, y mejor final con un gran recuerdo.
Otra de las visitas que no se puede dejar pasar es el ayuntamiento, aunque desde el exterior para un edificio más, una vez en su interior no deja de sorprendernos. Primero un gran patio interior de piedra que recuerda a los patios de los monasterios españoles, aunque lo mejor está por llegar, porque la última zona del ayuntamiento es un jardín abierto al mar, donde si luce el sol estamos ante una combinación difícil de superar en cualquier otro lugar de la ciudad.
Estocolmo también es la capital europea de los museos, cualquiera que sea tu inquietud encontrará una respuesta en algún museo de la ciudad. Eso si nada es barato en esta ciudad, incluidos los museos, así que no es una mala idea comprar la tarjeta de la ciudad que incluye todo el transporte y la entrada a buena parte de los museos. La ciudad es interesante, aunque la gente va bastante a su rollo y no es que sean muy serviciales, aparte de ser una de las ciudades más caras que se puede encontrar en Europa, también tiene a unos habitantes bastante superficiales. El tanto tienes tanto vales, se cumple en buena parte de la ciudad, quizás se haya debido únicamente al increíble temporal de estos días en la ciudad les ha agriado el carácter, Tendré que volver para tener una segunda opinión, con más horas de luz, mejor tiempo y más minifaldas.
En todo viaje no organizado por mucha información del destino que hayas conseguido de antemano, los primeros momentos son siempre una aventura. Una aventura que comienza en la estación de tren donde te deja el autobus que baja del aeropuerto; las estaciones son céntricas con una muy buena comunicación de transporte y son muy fáciles de localizar en el mapa.
Llegar al hostel es una liberación, dejas el equipaje y echas una visual a la habitación, en general es mejor que no sea una visual muy a fondo porque nunca hay que olvidar que un hostel es un alojamiento donde sacrificas algunas comodidades por un precio económico, una localización céntrica y relaciones con gente de todo el mundo.
La primera vuelta por una ciudad es emocionante, caminas sin rumbo observandolo todo, la gente, las calles, el tráfico y te vas empapando de sensaciones los colores, los sonidos, incluso el olor de la ciudad.
Estocolmo es una ciudad viva, bulliciosa; la gente es muy fashion aunque rozando lo hortera, al igual que los café-restaurante, los clubs o las propias tiendas. La cara tranquila es Riddar-Holmen, la isla de Estocolmo donde se encuentra el palacio real y la parte antigua de la ciudad. Las casas de estas zona son de colores muy vivos y las callejuelas muy estrechas todas de empedrado, aunque no nos engañemos, para pasear relajadamente por esta zona es mejor esperar al cierre de las tiendas de souvenirs, y que la oleada de turistas se refujien en su hotel para la cena.
Más al sur, en otra de las islas de mayor tamaño, situado en una pequeña subida en la calle Stadsgardsleden se encuentra un mirador desde donde disfrutar una imagen increíble del puerto y buena parte de la ciudad. Es un buen lugar como punto de partida, para ver aquello que nos espera, y mejor final con un gran recuerdo.
Otra de las visitas que no se puede dejar pasar es el ayuntamiento, aunque desde el exterior para un edificio más, una vez en su interior no deja de sorprendernos. Primero un gran patio interior de piedra que recuerda a los patios de los monasterios españoles, aunque lo mejor está por llegar, porque la última zona del ayuntamiento es un jardín abierto al mar, donde si luce el sol estamos ante una combinación difícil de superar en cualquier otro lugar de la ciudad.
Estocolmo también es la capital europea de los museos, cualquiera que sea tu inquietud encontrará una respuesta en algún museo de la ciudad. Eso si nada es barato en esta ciudad, incluidos los museos, así que no es una mala idea comprar la tarjeta de la ciudad que incluye todo el transporte y la entrada a buena parte de los museos. La ciudad es interesante, aunque la gente va bastante a su rollo y no es que sean muy serviciales, aparte de ser una de las ciudades más caras que se puede encontrar en Europa, también tiene a unos habitantes bastante superficiales. El tanto tienes tanto vales, se cumple en buena parte de la ciudad, quizás se haya debido únicamente al increíble temporal de estos días en la ciudad les ha agriado el carácter, Tendré que volver para tener una segunda opinión, con más horas de luz, mejor tiempo y más minifaldas.
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