22 abr 2006

Copenhagen, una sirenita en el norte de Europa - Episodio III -

Domingo doce de la mañana, cada día que pasa la cama te abraza con más fuerza, pero hoy es nuestro último día y hay que apovecharlo. En el concurso de quién duerme menos están los que han dormido cinco horitas otros ocho, hay quien se acaba de acostar, quien todavía no lo ha hecho y el Cholo. Intentamos en vano conseguir una bicicleta, pero habrá que completar la última jornada pedestre en Copenhagen. El hambre empieza a hacer mella y decidimos parar a comer, estando al lado del puerto que mejor que probar algo de pescado y si es cocina danesa mejor. Que equivocados estábamos.
El restaurante es relamente idílico, terracita mirando al puerto, camareras trajeadas, una carta interesante y un hambre voraz, media hora después casi no hemos podido probar bocado en el mejor de los casos, demasiada sofisticada la comida o poco acostumbrados a esos sabores. Con el estómago casi vacío y muy revuelto caminamos por el paseo marítimo; un precioso jardín, la maravillosa vista de la ría y el sol a nuestra espalda nos hace olvidar el fiasco de la comida. Hacemos una paradita para contemplar el magnífico edificio de la opera, tras la sesión de fotos continúamos el paseo, siguiente parada el palacio real.
Más allá de la belleza de las plazas, esculturas y edificios que forman el complejo del palacio, la mayor atracción suele ser la guardia real. Hombres enormes vestidos de luces e impasibles ante todas las tonterías que puedas hacerles, santos varones de paciencia infinita.
Cansados de tocarle las narices abandonamos el palacio y seguimos imaginándonos a la sirenita. Estamos a unos cien metros y a lo lejos vemos una pequeña marabunta de personas en torno a una roca, a cincuenta metros ya vemos la figura de la pequeña sirenita, crecerá según nos acercamos; pues no. No creo que esta sirenita de pie no levantará más de metro y medio del suelo, pero da igual. Veinte minutos después de la primera foto siguen todavía sonando las cámaras, hemos hecho fotos individuales, por parejas, en grupos e incluso con desconocidos. Esta sesión con la sirenita marca el final de nuestra visita a Copenhagen, volvemos al hostel pero aun sacamos fuerzas para ver otro parquecito en medio de una base militar aunque el guardia de la puerta está demasiado armado como para tocarle las narices con una foto.
Son las nueve y nos tiramos en la cama todos derrotados, hoy no habrá salida, mañana madrugón, foto en una playa danesa y de vuelta a casa; o eso creo porque siempre queda un camino a la derecha.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Este comentario se ha quedado un poco corto, transmite muy poco.
Un saludete de don petete